GUERRA CIVIL

Bellum civile la llamaban los romanos, así que no es nuevo el invento, aunque sí que se han renovado los conceptos y las estrategias. Por simplificar, la guerra civil de los romanos era entre dos ejércitos del mismo Estado (en este caso, del imperio romano) por hacerse con el poder. Es decir que no se trataba de guerras con el exterior, sino de una facción del ejército con otra facción también del ejército. Pero desde entonces ahora han cambiado mucho los conceptos y las estrategias.

Civis es como llamaban los romanos al ciudadano, por supuesto; pero no por oposición al soldado o al militar, sino por oposición al socius o al foederatus. Es decir que cives eran los soldados romanos por oposición a los aliados. Porque además eran exclusivamente los que tenían la ciudadanía romana (el derecho de ciudadanía) los que podían formar parte del ejército romano. Es decir que éste estaba formado por cives. Es lógico por tanto que cuando los romanos hablaban "de bello civili" se refirieran exactamente a una guerra en la que se enfrentaban entre sí los cives del ejército. Nada que ver, por tanto, el bellum civile con la "guerra civil", especialmente con las últimas guerras civiles a partir de la española.

A partir del éxito rotundo del bombardeo de Guernica por la aviación de Hitler, se incorporó no sólo a la guerra civil sino a cualquier guerra, el ataque a los civiles como la estrategia estelar. Los civiles se convirtieron en objetivo militar. Lo que ocurre es que la Convención de Ginebra, muy convencional ella, no ha querido admitir que los civiles son un objetivo militar de altísimo valor estratégico, con lo que ha de ajustar la convención su vocabulario a la ciencia estratégica que surgió de Guernica y llamarlos simplemente "daños colaterales". Porque siempre centrando la guerra en los civiles, que de eso se trata por ser ellos la madre del cordero estratégico, hay que procurar no matarlos, que eso está expresamente condenado por la convención de Ginebra, sino destruirles todas las fuentes y caminos de subsistencia, de manera que o se plegan (los civiles, claro, los civiles) a la voluntad del ejército atacante, o se mueren. Eso sí, ellos solos, que matar está muy feo y sale muy mal por la tele. En cambio, esos aviones despegando con esa gracia que Dios les dio, esa vomitera de bombas (mejor de noche, que la película queda mejor) que parecen talmente fuegos de verbena, esos puentes desplomándose con tan severa elegancia, el coloso en llamas, las refinerías ardiendo, las casas y fábricas en ruinas... es tan televisivo... ¿Por qué iba a renunciar un ejército a hacerlo así si se demuestra su altísima eficacia? No se le pueden atar las manos si se quiere que gane guerras. Es urgente revisar la convención de Ginebra y dejarse de bobadas de población civil. Si hay que machacarla, se la machaca. Ahora las guerras son así. Ahora es la población civil el principal objetivo, y si no se puede tocar, si han de nfrentarse ejércitos contra ejércitos, volvemos a las películas de romanos. Un atraso.

Mariano Arnal

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