MUJER 3
Sigo rondándole a la palabra mulier, a ver si descubro algún indicio
más de cuál pudo ser su origen y me dejo llevar por la traducción y la etimología que
indica el diccionario de Salazar y Quintana. Como traducción me da: "la mujer;
gallina, voz injuriosa contra el hombre cobarde; la hembra del caballo; yegua." Y
la etimología: "(de mullaV)".
Primera sospecha: la desinencia -er parece más bien de masculino, e
indicadora de oficio. Segunda sospecha: si esta palabra se usa también para denominar a
la hembra del caballo, pudo haber pertenecido antes a ésta ció antes. Con total recelo
me adentro por la puerta que me abre mullaV (myllás), a ver qué pistas me ofrece. Uno de sus significados es:
labio caído (¿belfo?). Echo un vistazo por los alrededores y ahí mismo tengo mulh (mýle) mulax
(mýlax); ambas pertenecen al campo semántico de moler.
De ahí hemos obtenido nuestra palabra "muela". Examinando mulh (mýle), la palabra central de este
campo léxico que tiene más de una veintena de palabras, descubro que éste es el nombre
de la piedra inferior del molino, y que la piedra superior se llama onoV (ónos), es decir asno. Teniendo en
cuenta que la desinencia -er es de oficio, una de las hipótesis que puede quedar
abierta como origen de la palabra "mujer" es el campo de "moler", y
nos daría el significado de "moledora". Una hipótesis muy peregrina, de
momento. Hay más, por supuesto. Pero esta me resulta especialmente atractiva porque estoy
convencido (sin ningún argumento, claro) de que la sórdida historia de la humanidad
siguió los siguientes pasos: la horda de la que procedemos se ha quedado sola. Ha
eliminado a los demás depredadores y a las demás hordas y ha agotado todos los recursos
alimenticios. Pero ha de seguir viviendo. ¿Cómo? Pues como en los asedios, como en las
situaciones en que no queda absolutamente nada: devorándose los unos a los otros. Los
enemigos, los de fuera, ya se han agotado, ya han sido devorados todos. Y hay que hacer
las cosas lo más civilizadamente que se pueda. ¿Cómo? Pues organizando como es debido
la producción de carne propia. Solución, echar mano del árbol de la propia vida.
Erigirse el caudillo en dios y pastor, sonnvirtiendo al resto en reses. Para la
reproducción unas, para el consumo otras. Y son precisamente las hembras, las condenadas
a una maternidad maldita, las que consiguen por fin ofrecer a su dueño y pastor una nueva
carne blanca y tierna, nacida de la tierra, en sustitución de la carne nacida de sus
entrañas. Son ellas las que inventan el pan, que pasa a convertirse en el principal
alimento de la especie.
Es una hipótesis como otra cualquiera, pero que no se sostiene en el aire, sino que
tiene abundantes puntos de sustentación en los numerosos vestigios que ha ido dejando el
paso de nuestros antepasados por la tierra. Unos más firmes, y otros más endebles, como
la precedente incursión etimológica y otras que esperan su turno pacientemente. Tiene en
cambio mucha mayor entidad la línea de ritos de ofrecimiento de los hijos a los dioses
(tanto más cruentos y consumidos por todos los fieles asistentes al sacrificio, cuanto
más remotos son en el tiempo) y la interpretación de nuestro devenir como la evolución
inevitable desde ese origen.
Mariano Arnal
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