AMNISTÍA
Cuando oímos hablar de amnistía no solemos relacionar la palabra con amnesia,
que conocemos bien y cuyo significado no se nos escapa. Mneia (Mnéia) es la palabra que da origen a todas las relacionadas con la
memoria. Significa recuerdo, memoria. Amnhstia (amnestía; pronunciación moderna, amnistía) es un término
que conocían ya los griegos y que empleaban en su valor político. Significaba
"olvido", "perdón". Mnhmosunh (Mnemosýne), el nombre de la madre de las Musas, significa
"memoria", "recuerdo". El verbo mimnhskw (mimnésko), que significa "recordar", tiene su origen en mimnw (mímno), que dará lugar al latín "manere"
y que significa quedarse en el mismo sitio, durar, perseverar (la desinencia -esco,
igual que en latín, le añade el aspecto durativo.
Si relacionásemos las palabras amnesia y amnistía, tendríamos una idea más ajustada
del significado de esta última. En el contexto político ("se ha decretado la
amnistía general" ) todo el mundo entiende su significado; todos saben que se
trata de un "perdón" general, de volver página y olvidar el pasado. Es una
opción política que contraría a los más directamente agraviados, pero que acaba siendo
la salida única de todos los conflictos. Lo que desvirtúa la palabra es reclamar la
amnistía no sólo para los "crímenes" (ver
web) pasados, sino también para los futuros. Eso no es
pedir amnistía, sino impunidad. Es pedir la legitimación de los crímenes desde
antes de cometerlos.
Pero lo que realmente ofende el sentido de la propiedad léxica es el nombre de
"Amnistía Internacional" para una institución que no busca el olvido de los
crímenes, sino su exposición a la luz pública para que sean perseguidos, cosa por otra
parte muy encomiable, pues no hay mejor manera de fomentar el crimen, que fomentar su
impunidad. La actividad de esta institución es no sólo buena, sino muy necesaria. Pero
el nombre no se ajusta a ella. Lo que buscan es la venganza ( que por nombre más piadoso
se llama justicia); tampoco buscan precisamente la rehabilitación, que es como se llama
ahora a la justicia y a las penas que impone. De lo que se trata es simplemente de llamar
a cada cosa por su nombre, para que el lenguaje nos sirva para entendernos y no para
confundirnos. Claro que es la confusión y el engaño la estrategia reina desde que el
mundo es mundo.
Como dice el Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa. Buena es la venganza en su
momento, y bueno es el olvido y el perdón en su momento. No es el momento del olvido, de
la amnesia, de la amnistía y del perdón cuando el agresor está en plena faena. Eso es
darle alas para que siga agrediendo. Es presentarle la otra mejilla antes de que haya
acabado con la primera. Ese es el momento de pagar con la misma moneda si se es capaz, y
si no, de amenazar y castigar con la justicia que no deja de ser una venganza rebajada.
Pero tal como las agresiones van quedando más y más lejos, va siendo tiempo de dejarse
llevar por la inercia, que ella misma empuja al olvido, a la amnistía y al perdón.
Mariano Arnal
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