HOMEOPATÍA
El sentido común, la lógica elemental inclina a todo el mundo hacia la
"alopatía", palabra tras la que no hay más doctrina que el aforismo latino de
sentido común que reza: contraria contrariis curantur (los contrarios se curan con
sus contrarios) y que rige la praxis de la práctica totalidad de la medicina; ni siquiera
existiría esta palabra si no hubiese aparecido su contraria, la homeopatía, que
es el nombre que se da a la doctrina basada en el aforismo contrario, formulado por el
fundador de esta doctrina, el doctor Hahnemann: similia simílibus curantur (un
padecimiento se cura con otro semejante).
Empecemos por el análisis de las palabras, por si a través de ellas se puede entender
la doctrina que contienen. La palabra homeopatía suena a "padecimiento
semejante". Veamos si es eso. OmoioV (homóios) significa "semejante" y -paqia (pazía), que transcribimos "patía"
y aparece sólo en compuestos, es sufrimiento (sumpaqia / sym -pazía). Homeopatía es por tanto "sufrimiento
semejante". Esta denominación responde al origen de la teoría, que se inició
comprobando que determinados medicamentos producían en la persona sana los mismos
síntomas de la enfermedad a cuya curación solían aplicarse. De ahí dedujo Hahnemann
que esos medicamentos curaban por homeopatía (por producción del mismo mal), y no como
se suponía antes de haberlos experimentado en individuos sanos, por efecto de choque (contraria
contrariis curantur). Es decir que la palabra dice exactamente lo que parece que dice.
Lo que ocurre es que tratándose de una doctrina y de un método terapéutico (qerapeuw / zerapéuo = cuidar, curar),
resulta chocante la presencia de la terminación -patía que correctamente
asimilamos a enfermedad, dolencia. El propio autor de la doctrina que en principio la
denominó correctamente, hubiese hecho bien en cambiarle el nombre una vez salido de la
fase experimental, porque lleva la misma terminación que un sinfín de enfermedades,
"-patía", con lo que suena a enfermedad y no a remedio.
En medicina ocurre exactamente lo mismo que en los demás órdenes de cosas, y es que
siempre es posible remediar las cosas mediante dosis de lo mismo. Se puede remediar la
anarquía con más de lo mismo, o con orden. La naturaleza, que nunca tiene prisa, es
especialmente dada a los remedios homeopáticos. Nunca ha puesto la naturaleza coto a la
violencia, y sin embargo parece ésta regulada de modo sapientísimo. La violencia es
contenida y regulada por la violencia. Y así casi todo. La homeopatía es, en
efecto, una doctrina terapéutica no agresiva, en la que se cuenta con que la naturaleza
(no contrariándola, sino estimulándola) hará la mayor parte. Pero no está construida
ni la medicina ni ningún género de progreso sobre la base del respeto a la naturaleza,
sino sobre su domesticación sin importar la violencia que sobre ella se tenga que
ejercer. Es decir que toda técnica es por definición agresiva con la naturaleza. La homeopatía
no es ni mejor ni peor que la medicina tradicional. Es una opción distinta que tampoco se
inventó ayer, sino que ha convivido siempre con la medicina "clásica".
Mariano Arnal
Copyrigth EL ALMANAQUE
todos los derechos reservados.