Los enigmas del Edén y los ímpetus sexuales de Eva
Va esta fábula que
explica varios misterios del Edén y que cuenta cómo Eva puso fin a
sus ímpetus sexuales insatisfechos.
Un día estaban Adán
y Eva en el Paraíso -dice la leyenda- y el apetito erótico del
primer hombre había decaído y, en cambio, el de la primera mujer
estaba en su máximo nivel.
Eva, ardiendo en
deseo, salió a pasear y se encontró con un dinosaurio. La mujer
le pidió el favor de que cumpliera sus sueños lascivos y el enorme
animal le pidió de mala manera que se retirara y que ni ¡¡loco!!
accedería a tan insólita petición.
La mujer, muy
enojada ante el rechazo, dio un enorme salto y de un mordisco le
arrancó al dinosaurio sus órganos reproductivos.
Cuando aún se
escuchaban en el Paraíso los gemidos del dinosaurio, Eva se
encontró con un gorila y le suplicó el mismo favor. El animal le
respondió que "no lo jodiera", que él ya tenía a su
molesta pareja y no atendería a dos hembras.
De nuevo, Eva montó
en cólera y persiguió al simio hasta arrancarle los pelos del
mismísimo trasero.
Luego, caliente como
la tierra recién creada, Eva se arrojó a un río y utilizó como
carnada sus partes pudendas para atraer a los peces. Finalmente,
uno de ellos picó y fue la única forma en que ella pudo
satisfacer su urgencia carnal.
En esta forma quedan
suficientemente aclarados y resueltos los enigmas de por qué se
extinguieron los dinosaurios y por qué los monos tienen el rabo
pelado y colorado.
Pero se genera un
nuevo misterio en el proceso de evolución de la tierra: ¿Qué
olor tenía originalmente el pescado?.