IRRACIONAL
Decía explicando la palabra racional y su contenido (ver web 30-1), que en rigor es animal racional
el que está sometido a ración, y que la razón nació como subproducto de
aquélla. Que sería coherente, por tanto, asignar la denominación de animales racionales,
a todos los que están sometidos a ración, que son todos los animales explotados
(siendo en este caso el hombre no el único, sino el principal de los animales racionales,
por ser su explotación la más extendida y la más productiva). Y que dentro del concepto
de racionalidad, era imprescindible distinguir entre el racionador y el racionado; en cuyo
caso hemos de admitir que son tan pocos porcentualmente los indivuos racionadores
de la especie, que bien podemos afirmar que ésta, como tal, forma parte de la familia de
animales sometidos a ración. (Tendré que tratar en otro momento de los sistemas de
reducción de los razonadores.)
Llamamos irracionales (prefijo negativo in, más racional), es
decir, que no razonan, a todos los animales con exclusión del hombre, de manera que este
término es equivalente a no-hombre. En este sentido, al crear la oposición
léxica racional-irracional, estamos creando al mismo tiempo una auténtica oposición de
sentimientos. Nos colocamos no sólo por encima de los demás animales, sino incluso
contra ellos, sintiéndonos perfectamente legitimados para hacerlo. Esto explica las
maneras inhumanas (sería ofensivo para los animales decir "salvajes") que
tenemos de cazar, pescar y explotar a los animales que criamos para el consumo. Ninguna
especie produce tanto dolor a las especies que le sirven de alimento, como la especie
humana. Ni ninguna especie, dicho sea de paso, produce tantísimo sufrimiento a los
individuos de su propia especie como la especie humana; ni ninguna vive de la explotación
de sus congéneres, como nuestra especie. Es que nosotros somos racionales y los
demás, irracionales; ¡qué se puede esperar de ellos!
La racionalidad tiene su precio y la irracionalidad el suyo. Hemos optado decididamente
contra la irracionalidad. Es algo que en nosotros consideramos defecto grave,
perversión de nuestra naturaleza. Los irracionales tienen que soportarnos a nosotros, los
racionales, que para algo lo somos y tenemos sobre ellos todos los derechos -y ningún
deber.
Los animales han de cargar con el peso de su irracionalidad, que no es poco, a cuenta
nuestra; pero nosotros hemos de soportar nuestra racionalidad, que tampoco es tan
ligera de llevar. Andamos racionados de todo: empezamos racionándonos la comida y
llevamos tiempo racionándonos la vida; pero ahora hemos de pensar seriamente en
racionarnos el agua, la energía, los bosques, los recursos energéticos... hasta el aire
que respiramos tendremos que racionarnos. Por si nos sirve de consuelo, no somos los
únicos animales racionados.
Mariano Arnal