TAXI

Completando el trío de los transportes públicos, hemos llegado al taxi. El nombre completo es taxímetro, que significa medidor de "taxas" (tenemos esa forma en taxativo), es decir de tasas, de tarifas. No tiene nada que ver, por tanto, con la palabra griega taxiV (táxis) que significa orden, disposición ordenada, que está presente en sintaxis, taxonomía, taxon, taxiarca... pero no en taxi.

De la misma manera que en francés e inglés se formó la palabra a partir de la raíz tax- que les es propia, en español hubiese correspondido formarla con la raíz tas-, que es la que nos corresponde por ser un derivado de "tasa". De todas maneras en nuestra lengua predomina la tendencia a pronunciar "tasi".

El nombre de taxi procede de una metonimia en la que tomamos la parte (el taxímetro, o sea el medidor de tasas) por el todo (es decir, el coche de alquiler con chófer, provisto de medidor de tarifas).

El taxímetro es, en sustancia, un taquímetro que complementariamente a su función, mide las tarifas. Son muchas las máquinas dotadas de taquímetro, pero en automovilismo, los primeros en equiparse con este mecanismo fueron los coches de alquiler.

Taquímetro procede del griego tacuV (tajýs), que significa rápido, más metron (métron), que significa medida. Un taquímetro es, pues, un medidor de la rapidez. En rigor, sólo del recorrido. Su función básica es llevar la cuenta del número de vueltas que da un árbol motor u otro órgano giratorio. La medida la puede dar en vueltas, en metros o en otras magnitudes. Sólo se convierte en medidor de velocidad cuando se combina con un medidor simultáneo de tiempo. Los taquímetros indicadores de velocidad marcan la velocidad angular del órgano giratorio (el número de vueltas por minuto). En automovilismo se les llama tacómetros y miden las r.p.m., las revoluciones por minuto. Para convertir este mecanismo en medidor de kilómetros por hora, es decir en cuentakilómetros, basta disponer de un referente de la velocidad-hora, que es la esfera sobre la que oscila la aguja según la velocidad de giro de la rueda sobre la que se mide. El mismo mecanismo básico es el del taxímetro, con la única diferencia de que el valor kilometraje hay que traducirlo a valor moneda, según unas tarifas predeterminadas.

Lo que está pésimamente resuelto en el taxi es el/la taxista. Mientras en los demás transportes públicos de masas el conductor está como un señor, los pasajeros como pueden y la Administración pierde dinero, en los taxis el pasajero va como un señor, el taxista trabaja como un esclavo y la Administración gana mucho dinero. En la comparación de los tres sistemas de transporte público se transparenta el talante y el talento de los gobiernos locales.

Mariano Arnal