Lo más normal es que los nombres no sean arbitrarios,
como pretende Saussure, sino que tengan una razón de ser. Cuando pronunciamos la palabra tribunal
es difícil desechar la idea de que alguna relación ha de tener con tribuno, con tributo,
con tribu y con tres. Lo complicado es seguir todos los pasos de esa
relación.
Es evidente que la palabra tribunal tiene que ver con el grupo léxico del que
forma parte. Otra cosa es que dispongamos de las evidencias que lo demuestren. Y otra, que
podamos rastrear en las instituciones que así denominamos, alguna huella de sus
orígenes.
Parece ser que Roma en sus inicios estuvo dividida en tribus y que en un
principio fueron tres. Son las propias palabras las que inducen (no sólo a los
analistas actuales, sino a los mismos romanos) a construir estas hipótesis. En tal caso
es previsible que los primeros tribunos fueran los jefes de las tribus. Esta
forma de organización pasó al ejército, de manera que cada legión estaba representada
por un número de tribunos (seis durante la República) que constituían el alto
estado mayor. Pero mientras toda la estructura tribal de Roma iba cediendo paso a
la organización estatal, los plebeyos reclamaron para sí, tras su retiro al monte
Aventino en la secesión que protagonizaron el año 493 a. C., ser representados y
defendidos por los tribunos. Éstos, en número de dos al principio, defendían a
los plebeyos (que ejercían de tribu discriminada) ante el gobierno, formado tan
sólo por patricios. Los Tribunos de la plebe tenían derecho de inviolabilidad.
Eran intocables. Atacarles, estaba castigado con la pena capital. Tenían derecho de veto
(intercessio) y derecho de auxilium, que les permitía tomar bajo su
protección a cualquier plebeyo. Sus casas eran lugar de asilo y tenían obligación de
mantener siempre abierta la puerta para que este asilo fuese efectivo.
Al principio sólo podían asistir a las deliberaciones del Senado desde la puerta,
pero finalmente se convirtieron de defensores de los plebeyos, en magistrados del
pueblo romano (asociados al poder por tanto). Formaron parte del senado con pleno derecho,
pudieron imponer multas, convocar los comicios... Quedaron definitivamente en la órbita
del poder, de un poder que supieron los emperadores administrar en beneficio propio,
relegando a los tribunos de la plebe al simple papel de figuras decorativas.
Su poder se mantuvo independiente del de los patricios, que nunca pudieron acceder a
sus funciones y a sus privilegios. A menudo funcionaban como una tribu incrustada en el
cuerpo social de Roma