AUTÓCTONO
Nunca es la tierra la
que da nombre a los habitantes, sino que son los habitantes los que dan nombre a la
tierra.
"Gallia est omnis divisa in
partes tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, tertiam qui ipsorum lingua
Celtae, nostra Galli appellantur."
"Toda la Galia está dividida en tres partes, en una de las cuales viven y
trabajan los Belgas, en otra los Aquitanos, y en la tercera los que en su
lengua se llaman Celtas y en la nuestra, Galos."
Los pueblos libres han sido libres incluso para ocupar las tierras que han querido. De
eso está la historia llena. Y no han consentido que ninguna tierra les diese el nombre,
sino que han sido ellos quienes han dado nombre a las tierras que han ocupado. En la
guerra de las Galias, el único nombre de país que aparece es el de las GALIAS, nombre
que le han puesto los dominadores. Porque aquellos a quienes los romanos llaman Galos,
ellos en su lengua se llaman Celtas; y no existen ni Celtia, ni Belgia ni Aquitania, sino
tan sólo Celtas, Belgas y Aquitanos. Son los dominadores los que ponen nombre al
territorio e intentan unificar a todas las naciones que en él habitan, convirtiéndolas
en una sola unidad política: en este caso en una provincia del Imperio. En otros casos,
en una sola nación.
Son efectivamente los dominadores los que se empeñan en vincular las naciones a la
tierra, porque ésa es la base de la dominación. Autóctonos les gusta llamarlos. Auto-cqwn / autocqonoV (autójzon /
autójzonos) significa en griego "salido de la misma tierra",
"indígena" (palabra latina con el mismo significado, formada por "indu",
preposición arcaica con el mismo significado que "in", más "gena",
de "gigno" , que significa engendrado, nacido en la tierra). Con esta
denominación los dominadores pretenden que las poblaciones que se encuentran en sus
dominios forman parte de la tierra lo mismo que los árboles. Recuérdese que ésa era la
filosofía de la servidumbre de la gleba y la de los señores que no querían dar la
libertad personal a los remensas (ver web 15-12).
Pero los nuevos sistemas de dominación le han dado la vuelta a la tortilla. Como que
finalmente todos los conflictos nacen de que si se reparte por igual ya no hay pobres y
ricos, dominadores y dominados, hay que encontrar alguna doctrina en virtud del cual el
banquero se enriquezca prestándome mi dinero, el Estado me sojuzgue con mi voto y el que
llegó antes que yo al territorio en que vivo, tenga más derechos que yo y tenga poder
sobre mí. La fórmula es la misma que usaron los señores feudales: la tierra imprime
carácter. El que entonces tenía deberes por tener sus raíces en la tierra, hoy
tiene derechos por los mismos motivos.
El problema es quién distribuye cartas de legitimidad. Porque eso sólo es posible en
naciones cuyo fundamento es la genealogía. Naciones que, por su empeño en mantenerse
diferentes de las demás y no mezclarse con ellas, han suscitado sentimientos racistas que
han tenido un costo inmenso tanto para los perseguidos como para los perseguidores.
Mariano Arnal