CONDENAR
Damnare significa al mismo tiempo dañar
y condenar. Item más, aunque lo hayamos olvidado, con-demnare le
añade a damnare el refuerzo, el intensivador con, de manera que el que
condena intenta hacer el mayor daño posible. Y de hecho, así tiene previsto la
justicia tener apaciguado al poder y a la sociedad, infligiendo al que va contra sus
intereses el mayor daño posible, para vengar en él al poder agraviado (ahora se supone
que los agraviados somos todos) y para amonestar a los demás sobre lo peligroso que es damnar
(es la forma arcaica de dañar) a la sociedad. A quien damna, la sociedad lo condamna
(lo condena), es decir, le da más de lo mismo.
Coherentemente siempre se condena a alguna pena. Es ésta una
palabra que nos viene de lejísimos, del griego poinh (poiné) que significa 1. Expiación de un asesinato. 2. Dinero que
se paga a los padres de la víctima, precio de la sangre, rescate. Y el verbo poinaw (poináo), que significa
sencillamente vengarse. El sentido de la pena es la venganza, o en su defecto, la indemnización.
Era la elemental ley del "ojo por ojo", pero muy civilizada ya. Resulta que
quien mataba no tenía escapatoria. Su vida estaba a merced de los parientes de la
víctima, quienes tenían la obligación sagrada de vengar la sangre del pariente. La
introducción del rescate de la propia vida del homicida mediante dinero (de hecho
in-demnización significa no-venganza) fue una transacción que permitió poner freno a la
espiral de venganzas.
En latín la palabra poena mantiene el mismo
significado que trae del griego. Su significado original es reparación, compensación, indemnización
destinada a redimir un homicidio, venganza, expiación... Fijar una indemnización lo
llamaban en latín "poenam constituere". Y no tenía el mismo sentido de
ahora. Actualmente la indemnización se fija en razón del daño causado, para repararlo.
Antiguamente se fijaba en razón del derecho de venganza, para rescatarse de la venganza a
que tenían derecho los deudos de la víctima. El verbo punire (del que
deriva punitivo, impunidad, impune) derivado de poena, significa castigar y
también vengar.
Condenares, pues, ante todo, cumplir con el sagrado deber de vengar
a la víctima; único procedimiento inventado hasta la fecha para disuadir a los posibles
agresores. Si los agredidos no se vengan de manera ejemplar y disuasoria, los agresores se
sienten alentados a proseguir con sus agresiones. Ése es el invento bien elemental que
hizo la humanidad milenios ha: "el que la hace, la paga". Eso es lo que dicen
las palabras que inventaron los fundadores de nuestra civilización y que todavía hoy
seguimos utilizando. Y además la paga en proporción al daño que hace. Y la sociedad que
echa mal las cuentas en esto, la que no hace pagar debidamente a cada delincuente su
delito, acaba asumiendo ella el costo y pagándolo a su propia costa. Casi siempre,
carísimo.
Mariano Arnal