PSIQUIATRICOS
Tanto los hospitales como los enfermos de esta especialidad, han ido cambiando de
nombre, por ir huyendo de una realidad siempre desagradable. En 1409 se fundaba en
Valencia, por iniciativa del mercedario P. Jofré el hospital para folls (locos) y
una cofradía que proveyera al sostenimiento del hospital, que se llamó "Cofradía
de Sta. María de los Inocentes", que era otra de las formas como se llamaba a
los locos. La imagen que presidía las reuniones del hospital se llamaba "Ntra.
Señora de los Inocentes y Desamparados". Se dice que algo tuvo que ver también san
Vicente Ferrer en la fundación de este hospital. Hasta entonces los locos habían estado
sueltos por la calle y abandonados. Eran objeto de burla y acoso especialmente por parte
de los niños. Estaban realmente desamparados.
Locos era el nombre vulgar que entonces se les daba. Hospital de locos era el nombre
con que el pueblo conocía aquel hospital. Por nombre más piadoso se les llamaba
"inocentes", que se alternó con el de "desamparados", de ahí que la
imagen de la Virgen bajo cuya advocación se puso el hospital se llamase en un principio
Nuestra Señora de los Inocentes y Desamparados, y luego Nuestra señora de los
Desamparados, que pasó a ser la patrona de Valencia. Se quedaron pues, los locos, con el
nombre piadoso de "desamparados".
Para evitar el nombre de "hospital de locos"que le daba el vulgo, se
prefirió recurrir a un cultismo griego, pasando a llamarse "manicomio", palabra
formada de mania (manía),
locura y kwmion (kómion),
lugar, caserío, aldea. Pero ni con esas. Bien poco tardó en convertirse en ofensiva
cualquier referencia al manicomio. Un insulto típico era mandar a alguien al manicomio o
decir que se había escapado de allí. Pasó también por el nombre de
"nosocomio" (del griego nosoV/nósos, enfermedad) pero no duró demasiado. Se recurrió por fin al
modernísimo nombre de "hospital psiquiátrico", o simplemente
"psiquiátrico", para obtener el mismo resultado. Son las enfermedades mentales
las que producen un especial rechazo.
Respecto al hospital psiquiátrico, igual que al geriátrico, hay una seria objeción
de carácter léxico. Tal como los términos psiquiatra / psiquiatría y geriatra /
geriatría están perfectamente construidos y dan como resultado un significado coherente,
por cuanto el psiquiatra resulta ser el médico (iatroV / iatrós) del alma y la psiquiatría, la medicina del alma (yuch / psyjé); y del mismo modo geriatra (ghro- / géro = viejo) es el médico de
los viejos, y geriatría la medicina de los viejos, ya no se mantiene la coherencia de
estos términos cuando los convertimos en adjetivos del nombre hospital. Porque en buena
lógica un hospital geriátrico tendría que ser un hospital de médicos viejos, y un
hospital psiquiátrico el que se destina a los médicos que necesitan ser hospitalizados
por motivos psíquicos. Es evidente que en la denominación del hospital se ha de hacer
referencia al enfermo al que está destinado, no al médico que lo atiende. Cuando la
terminología griega no da más de sí, no hay que empeñarse en estirarla más, de lo
contrario acaban diciéndose cosas ridículas. Pero ¿quién se va a inmutar por ello?
Mariano Arnal
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