SEDENTARIO
Atando cabos entre la territorialidad y la violencia (ver web), es inevitable hablar del
sedentarismo. Al animal gregario, educado en la mansedumbre, la Naturaleza le ha
dotado del arma ideal para defenderse de la manera más acorde con su educación y
carácter: la huida. El herbívoro no es violento ni necesita serlo, porque
no es territorial. Forma parte de su propio sistema de alimentación el nomadismo,
como forma parte de su sistema de defensa la huida.
Sedentario, sedentarismo, sede, asediar, sedimento, presidir, presidio, residir,
insidia, residuo, sesión, son todos ellos cultismos derivados del latín sedeo sedere,
que significa "sentarse", claramente relacionado con el griego edoV (hedos), edra
(hedra, de donde procede kaqedra
/ kazedra), y probablemente relacionado también con edw - ejagon (edo - éfagon), que significa
"comer". El sedentarismo, como explican las modernas mitologías, fue el último
factor determinante de la hominización. Es un acto de territorialidad; es crear el primer
principio de propiedad (del latín prope o privus, el resultado es el
mismo); es instalarse en unas tierras a esperar que fructifiquen, ahuyentando a todo el
que pretenda alimentarse de ellas. El cultivarlas, vendrá por añadidura.
Está claro que entre los grandes esfuerzos de acomodación de la especie a nuevas
formas de vida, el sedentarismo fue uno de los más importantes, y fuente de conflictos
cada vez más difíciles de resolver. El hecho de que una especie que se alimenta
mayoritariamente de los frutos de la tierra tuviera que adaptarse a vivir sin moverse de
un mismo sitio, fue violentar muchísimo su naturaleza. Si hubiese sido la caza o incluso
la ganadería, su principal fuente de alimentación, nunca hubiera llegado al
sedentarismo. Este cambio de vida tan a contrapelo, tuvo que producir en la humanidad una
especie de esquizofrenia. No es descabellado pensar que el amor intenso que tenemos a los
grandes desplazamientos, tenga algo de ancestral, que nos salga por ahí la vena
trashumante. Los escolásticos dirían que se produce una contradictio in términis
(contradicción en los términos) al pretender compaginar el gregarismo con el
sedentarismo.
El momento en que se hace trágica esta contradicción es cuando al animal gregario que
es el hombre, educado concienzudamente para que así sea, se le fuerza a desplazarse, se
le expulsa de su territorio. Son multitudes de deportados transportados de
aquí para allá, disciplinados como ovejas que son conducidas irremediablemente al
matadero. Les faltan las virtudes propias de los animales territoriales para ser dignos de
mantenerse en su territorio desde el punto de vista conductual que, mira por dónde,
hablando en plata debería decirse ético o moral. Su moral no les permite
hacer lo que con ellos hacen, para mantenerse en su territorio. Para ser animales
territoriales es preciso tener la misma ética de los que les expulsan de su territorio.
De lo contrario, su destino es inexorable.
Mariano Arnal
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