SUBVENCIÓN
Del latín sub-venire, que tiene ya de por sí algo de sospechoso (sub-spicere=
mirar por debajo), formado por el prefijo sub (debajo), presente también en subyugar,
subvertir, subdito, más el verbo venire, cuya forma y significado se
mantiene en español. Con él se han formado términos como invenire-invento pervenire
(ir del todo = llegar), prevenir (venir antes) convenir (venir conjuntamente; de ahí
también convención y convento). Está la subvención entre la beneficencia
y el beneficio (ver web). Es un concepto que se aplica únicamente a los fondos públicos cuando
podría ser aplicado a cualesquiera ayudas o subsidios (sinónimo este último reservado a
la beneficencia pública).
Este problema, al igual que otros análogos, que caen bajo la denominación común de corrupción,
nace de que los políticos, al igual que los antiguos conquistadores, se irrogan el derecho
de requisa (¿de qué sirve, si no, conquistar el poder?) en virtud del cual les
corresponde un tanto del botín, que sabiamente comparten con quienes les ayudan a
sostenerse en el poder. Esa es la filosofía de la subvención. Actualmente hay
tres frentes abiertos respecto a este tema: Piqué, Borrell y Pujol. El problema está en
el mismo concepto de subvención, que no puede ser más que político, y como tal se
utiliza a fondo en beneficio de los políticos adjudicadores.
Centrémonos en el conflicto de las subvenciones para formación de los parados. Es tan
evidente que los adjudicadores de estos fondos no persiguen la formación, que la
Comunidad Europea ha decidido acabar con su aportación mayoritaria. La evidencia parte de
los propios criterios de adjudicación de los mismos. Resulta, oh casualidad, que más de
la mitad de esos fondos se adjudican a entidades políticas, a saber: sindicatos,
organizaciones patronales y partidos políticos. Por supuesto que ninguna de esas
organizaciones tiene ni capacidad formativa, ni infraestructura ni personal para poder
impartir los cursos que se les adjudican. Es lo mínimo que se les podría exigir. Si
tienen una línea de subvenciones sólidamente pactadas y por tanto garantizadas año tras
año, tendrían que tener unas plantillas fijas de algunos miles de profesores. Nada de
nada. La madre del cordero está en que las subvenciones son generosas (tratándose de
amigos...) El precio por hora alcanza las 20.000 pesetas. Basta obtener la concesión (la subvención)
y subcontratar el trabajo a mucho menor precio, para obtener unos pingües beneficios.
Alegar los políticos que no se enteran de supuestas irregularidades, es un acto de
cinismo. El sistema está inventado para la irregularidad. Basta hacer los papeles de
manera que formalmente todo cuadre, e inspeccionar de manera que no se descubra el pastel
del que todos viven, para poder gozar de las subvenciones en paz y con sosiego. Si los
partidos tuviesen afiliados de verdad, pagando las cuotas y las derramas que hicieran
falta; si los sindicatos estuviesen hechos de trabajadores sindicados, y no de una especie
de cámaras y camarillas de representación, si todas las O.N.G. lo fuesen de verdad,
sobrarían las subvenciones.
Mariano Arnal
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