LIMPIEZA ÉTICA
Una etnia es en el fondo una forma de comportamiento, un caudal de costumbres
que desembocan finalmente en una valoración de la conducta, es decir en una ética.
No por casualidad los adjetivos ético y étnico tienen un origen común (ver en la web Multiétnico).
Por eso es conditio sine qua non para que se produzca una limpieza étnica,
que se haya producido con anterioridad una limpieza ética, que consiste en barrer
del territorio que se propone conquistar para sí la etnia dominante, todo cuanto
pueda contribuir a cohesionar las otras etnias que habitan en el mismo.
Las limpiezas éticas obedecen todas a un diseño perfectamente experimentado que tiene
un alto grado de eficacia. Se empieza siempre por la exigencia de que la sociedad en que
viven, les reconozca el derecho a ser diferentes. Es lo que tanto nos han machacado
como el "hecho diferencial". Un complemento indispensable de este "hecho
diferencial" es el victimismo, es decir quejarse de la discriminación con que se les
trata por ser diferentes. Como viven en una sociedad generosa, tolerante y comprensiva,
ese tramo lo tienen ganado de antemano, sobre todo si pueden exhibir un currículum de
persecución, represión y discriminación. Cuando conquistan cualquier parcela de poder,
se da un paso más dentro de la filosofía victimista: se reclama el derecho de
resarcimiento de daños hasta llegar al momento histórico que se haya elegido como
referente. Como la sociedad en que viven no es nacionalista, no recela y acepta las
demandas nacionalistas. A partir de ahí todo es ya un camino triunfal. Han pasado de las
simpatías que despiertan los perdedores, al entusiasmo por subirse al carro del vencedor.
Lo primerísimo que se hace al conquistar el poder político, es asignar un territorio
diferencial al hecho diferencial. A partir de ahí los derechos de la "nación"
oprimida se transfieren al territorio, en el que están soportando una ocupación
ilegítima. El territorio es fuente de derechos y por lo tanto impone sus servidumbres. La
antigüedad en el territorio es un título de legitimidad no sólo de los individuos y de
las familias, sino también y muy especialmente de la lengua, la cultura y los usos. Hay
que profundizar en la limpieza ética. Los que quieran seguir viviendo en ese territorio,
han de entender que sólo hay una nación con legitimidad para vivir en él, y que las
demás naciones podrán permanecer en él en tanto en cuanto se disuelvan como naciones,
renunciando a su lengua y a su cultura, y se fundan con la única nación legitimada por
la historia para vivir y dominar en ese territorio. Este es el cliché que sirve para
todos los nacionalismos emergentes, o como dicen piadosamente los políticos, los
"nacionalismos no excluyentes". Ahí es donde los políticos han colocado la
frontera de la limpieza ética. Hasta ahí están dispuestos a colaborar de todo corazón
con los nacionalistas. Al fin y al cabo, demuestran claramente por su trayectoria que son
"nacionalismos no excluyentes". Es cuando dan el salto (entienden los políticos
que se trata de un salto cualitativo) de la limpieza ética a la limpieza étnica, cuando
hay que empezar a ponerse en guardia.
Mariano Arnal
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