GRATIS
Es un adverbio que ya en latín tenía esta misma forma. De hecho
es una palabra latina. El significado que tiene hoy para nosotros es el mismo que tenía
para los romanos cuando dieron finalmente forma adverbial al ablativo plural de gratia,
ae. En efecto, antes de la época clásica se escribía siempre gratiis, que
interpretado como ablativo instrumental nos llevaría a entender el adverbio como
"haciendo favores", "con muchas consideraciones", "a cambio tan
sólo de las gracias o los agradecimientos". Una forma casi indeclinable de gratia
es grates, que se refiere exclusivamente a nuestro "gracias" y se usa
únicamente para dar las gracias o para referirse a estos actos de agradecimiento o de
acción de gracias, y tiene que ver directamente con ser agradecido, es decir con hacerse
grato (gratus) como expresión de agradecimiento. De hecho es el pago que se exige
por la gratuidad, el agradecimiento, es decir el hacerse agradable a quien tan
graciosamente nos favorece. La gratuidad, por tanto, no es total. Devenga agradecimiento,
que es una forma de pago muy especiosa, de alta rentabilidad política, porque los pobres
también votan.
De todos modos hay que observar que el uso del adverbiogratis
ha experimentado serias variaciones desde el que tenía en latín al que tiene en
la actualidad. En latín siempre se percibe la idea de gracia y de agrado. Quizá la
traducción más fiel del valor que tenía para los romanos la palabra gratis,
sería nuestro "graciosamente" , en la misma línea que gradoso, de
grado o de buen grado. De ahí que la expresión latina "gratis et
amore" sea más adecuado interpretarla casi como una tautología: "con gusto
y con amor", o más en castizo, "de mil amores". En cambio actualmente el
adverbio gratis ha perdido toda vinculación semántica con su origen léxico, con
la gracia y con el de grado. Hoy gratis significa solamente que no se ha de pagar
con dinero. Es un concepto puramente económico. En una mujer de la Roma más antigua
hubiese sonado halagador y como un cumplido exquisito decirle al amante que se entregaba a
él gratis (aunque no añadiese et amore). Hoy la misma palabra sonaría en
ese contexto de un mal gusto tremendo y casi como una insinuación de que algo tendría
que caer. Y en esa clase de gratuidad estamos ahora. Hoy día, como suele decirse, nadie
hace nada por nada. En el ámbito comercial toda gratuidad persigue un beneficio. Ahí
entra ya la picaresca para ver quién se aprovecha de quién. En el ámbito político, por
supuesto que la gratuidad tiene miras políticas. Se calcula siempre cuidadosamente su
rentabilidad en votos. Los políticos han echado las cuentas y han visto que la red de
centros de Enseñanza pública no reportan un beneficio político proporcional al precio
que les cuesta (para lo que se lo agradecen...), por lo que han tomado ya la decisión de
que la gratuidad inherente a estos centros ha de reducirse a lo estrictamente necesario;
que ha de convertirlos en centros asistenciales de enseñanza, para los que no pueden
hacer frente a las cuotas que cobran los centros privados, igual que tienen comedores y
albergues gratuitos para los que no pueden hacer frente a esos gastos.