LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera

No protejamos tanto a nuestros niños

Cuando el organismo reconoce alguna sustancia como 'extraña', el sistema inmunitario reacciona produciendo anticuerpos contra ella. Si esta situación es intensa y/o persistente, pueden producirse síntomas y enfermedades como el asma y las alergias, tan abundantes en nuestro medio.

Llama la atención que las enfermedades asmáticas y alérgicas no han hecho mas que incrementarse en el ultimo medio siglo, a pesar de los indudables 'avances' en limpieza, higiene, vacunación, descontaminación y asepsia que estamos realizando los civilizados habitantes del Primer y Segundo Mundo, y a pesar de los potentes broncodilatadores y antialérgicos que en ellos se usan. Estos padecimientos han aumentando más en las ciudades, especialmente en los menores de 25 años. El 10% de nuestros niños ya es asmático y se estima que en el año 2010 el 50% de la población tendrá algún tipo de alergia en Europa. 

Los expertos nos dicen que las causas más frecuentes de ese aumento de asma y alergias son moléculas de minúsculas sustancias que están en el ambiente ('alérgenos ambientales'), entre los que destacan los 'señaladores de presencia de la vida': proteínas que señalan la presencia de pelos de mascotas y ganado, o de la caspa y diminutos insectos (ácaros) que viven en ellos, el polvo del hogar, la llegada de la primavera con su explosión de hierbas (gramíneas) y pólenes, etc.

Pero hay algo que no cuadra: lo primero es que no creemos que la Naturaleza sea tan tonta como para rechazar sus propios 'señaladores'; lo segundo es que estos 'señaladores de presencia de la vida' son muchísimo mas abundantes en las zonas agrícolas del Primer y Segundo Mundo, donde hay menos asma y alergia (como la quinta parte) que en las ciudades; y son muchísimo mas abundantes en los ambientes primitivos y campesinos del Tercer Mundo, donde apenas hay asma y alergias (como la centésima parte).

Podríamos ironizar incluso diciendo que en los lugares de la tierra donde hay menos anti-asmáticos y anti-alérgicos y donde hay más polvo, polen y ácaros ...es donde menos asma y alergias existe. ¿Qué es lo que pasa, entonces?. Diversos estudios aparecidos en los últimos años (podemos referenciarlos, si se nos pide) han demostrado algunas relaciones sorprendentes:

1: Estar con perros y gatos durante el primer año de vida del niño disminuye el riesgo de presentar alergias durante la adolescencia, frente a múltiples alérgenos tanto del exterior como del interior de los hogares. El asma y la hiper-actividad se reducen también hasta en un 45%. Esta reducción se presenta incluso cuando comparamos individuos del mismo sexo, lugar y año de nacimiento, etc. La cercanía a animales se relaciona con una mejora de la inmunidad en los niños de entre 5 y 8 años, los cuales pierden muchos menos días por enfermedad que los que carecen de contacto con animales.

2: La excesiva higiene infantil en los primeros años de vida parece debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de asma y eccemas de la piel en el futuro. También la reducción del consumo de frutas y verduras se relaciona con el aumento de los procesos asmáticos. Volver a hábitos higiénicos no tan estrictos, estar en contacto con animales y plantas, así como comer frutas y verduras es la mejor recomendación clínica para prevenir naturalmente el asma

3: En las etapas iniciales de la vida, la exposición ambiental de un individuo a toxinas producidas por células y microbios del medio ambiente tienen un papel fundamental en el desarrollo de tolerancia a los alérgenos omnipresentes en ambientes naturales; el sistema inmunitario puede reconocer partes de microorganismos, confiriendo así tolerancia a alérgenos de la caspa animal o del polen de árboles y plantas, reconociéndolos como 'normales' y propios del entorno.

4: La atopia (tendencia a las alergias, que puede además transmitirse genéticamente) es menos frecuente en niños que asisten a guarderías, o cuanto mayor es el número de hermanos, lo que se relaciona con una mayor presencia de infecciones durante la primera edad. Las infecciones activan y maduran la inmunidad del niño y lo protegen contra el asma.

La infancia estaba antaño en contacto casi permanente con seres humanos (especialmente la madre), animales y plantas. Desde los primeros años de edad la vida se rozaba con la vida y, como consecuencia, no la consideraba como 'extraña' en el futuro, no generaba inflamaciones, espasmos y alergias contra ella.

Por paradójico que nos parezca, 'preservar' en exceso a nuestros niños, 'protegerlos' demasiado del contacto con pelos, pólenes, insectos, polvo y microbios, ...¡no es bueno para ellos!.


 

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