LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera

El fracaso de la 'lucha contra el Cáncer'

Desde que la "guerra contra el cáncer” fue declarada por el presidente Nixon en 1971, su presupuesto paso de 223 millones de dólares a 2600 millones de dólares en 1998, solo en EEUU, crecimiento que se ha acelerado en estos últimos años (3500 millones de dólares fueron presupuestados en el año 2001).

A cambio de tan generoso y exponencial presupuesto hemos logrado, en términos globales, lo siguiente: mientras que en los años cincuenta el cáncer afectaba aproximadamente a ¼ y mataba a 1/5 de los norteamericanos, en la actualidad afecta a 1/3 y mata a ¼ de los norteamericanos (más de medio millón de muertos en el último año, solo en EEUU). Este crecimiento del cáncer es real y persistente, incluso después de haber tomado en cuenta el envejecimiento de la población, haber estandarizado por edad y haber descontado la incidencia del tabaco (cuyo uso ha ido menguando mucho en EEUU).

El mundo de los tumores es amplio y muy diverso. La mayor parte de ellos son benignos (localizados) pero algunos son malignos (destruyen los tejidos adyacentes y forman siembras a distancia, llamadas 'metástasis'). Solo debemos llamar 'cáncer' o 'neoplasia' a los tumores malignos, los cuales son muy diversos. Aunque la palabra 'cáncer' es única, ella encierra distintas 'categorías' o 'estirpes', unas cuatro aproximadamente, que se comportan muy diferentemente en cuanto a su capacidad de matar (mortalidad) y la velocidad con que matan (supervivencia) a los pacientes afectados por ellas.

El tipo de neoplasia y dónde aparece por primera vez es importante, claro está. Pero mucho más importante para el pronóstico de mortalidad y supervivencia es la medida del 'grado' de malignidad y del 'estadío' de extensión del cáncer que se descubre en un paciente. Ambas medidas tienen unos cuatro escalones, aproximadamente; los dos primeros se denominan 'bajos' (bajo grado o bajo estadiaje) y los dos últimos 'altos' (alto grado o alto estadiaje).

Sabemos que la mayor parte de los tumores son benignos y también sabemos que cierta proporción de los canceres se curan, aproximadamente la mitad, en términos globales, sobre todos aquellos que están en estadíos iniciales y tienen bajo grado de malignidad. Pero, poco más o menos, esto también ocurría hace 50 años (unas 2 generaciones), según los datos de que disponemos. Desde entonces, unos pocos cánceres han disminuido (como el de estomago y cuello de útero), y otros han aumentado mucho (como los bronco-pulmonares, incluso después de haber descontado el 'efecto del tabaco'). En términos globales, los cánceres han aumentado un 40% y durante medio siglo apenas han existido avances significativos en la mortalidad final que ocasionan los canceres ya producidos. Si obviamos la auto-propaganda interesada de muchos organismos nacionales e internacionales responsables (fracasadísimos) de la lucha contra el cáncer, esta es la triste realidad.

Las 'armas' que se usan (cirugía, quimioterapia y radioterapia, sobre todo) tampoco han variado mucho en el último medio siglo, aunque se presentan en envases más bonitos, dosis más precisas, se administran con aparatos más sofisticados y son diez, cien e incluso mil veces más caras. El efecto principal de estas armas es el de reducir (e incluso hacer desaparecer) el tamaño del tumor detectado inicialmente, o el de sus recidivas y metástasis; pero simultáneamente, mutilan o desvitalizan una parte importante de tejido circundante al tumor, o de todo el organismo, cuando la quimioterapia es sistémica..

Sin embargo, ocurre algo sorprendente y descorazonador con estas 'armas': aunque se reduzca el tamaño del tumor, la reaparición del cáncer y su progresión parecen obedecer a un patrón fijo e implacable, y la mortalidad final (numero de supervivientes a largo plazo) apenas varia, dependiendo sobre todo del grado de malignidad y de los tumores detectados en el paciente y también del estadío tumoral (aunque el estadío depende bastante del grado). La suerte parece estar echada desde un principio: Si se detecta un bajo grado o estadiaje, el paciente tiene alta probabilidad de sobrevivir e, incluso si muere, morirá bastante tarde. Pero si se detecta un alto grado o estadiaje, el paciente tiene alta probabilidad de morir y de morir relativamente pronto, le hagan lo que le hagan (o le dejen de hacer lo que le dejen de hacer) para intentar curarle o paliarle.

Pero se hace siempre algo, normalmente algo intenso, dramático, sofisticado, lleno de argot médico. Porque otro efecto importante de estas 'armas', esta vez psicológico, es dar la sensación de que se esta haciendo algo, 'todo lo posible', etc, lo cual calma mucho al paciente y a su familia, y a los políticos responsables de la lucha contra el cáncer: y es que no podemos quedarnos sin hacer nada, cuando algo tan amenazante como el cáncer nos golpea.

Así están las cosas en el ultimo medio siglo y en esto no hay mucha diferencia entre la medicina hospitalaria y las 'alternativas': ambas proveen algunos pequeños éxitos y, auto-propagandas aparte, ambas fracasan ampliamente en cuanto a los resultados finales del cáncer. Dejemos para otro lunes el indagar cómo podemos desatascar este fracaso histórico en la 'lucha contra el Cáncer'.
 

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