LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera

Prohibiendo o autorizando lo natural 

Leemos y oímos estos días como la Agencia Española del Medicamento esta inmovilizando o prohibiendo la comercialización de muchos productos de medicina natural, china, etc, vendidos como complementos dietéticos en herbolarios, debido a que ellos no cumplen la 'normativa vigente' o a que no se venden en farmacias. Van ya 160 productos retirados de su comercialización, y continuarán más.

Sorprende que una Agencia destinada a la regulación de medicamentos se dedique a prohibir la venta en herboristerías de productos con plantas o sus extractos, que son productos naturales. Ahora dicen que los prohibidos tienen 'efectos secundarios' y  'actúan como medicamentos'; que, por tanto, deben ser considerados como tales, por lo que deben ser analizados, autorizados, etiquetados y, en cualquier caso, vendidos en farmacias.

Uno se pregunta qué plantas carecen de 'efectos' o porqué demonios se van a ingerir vegetales si no es para la obtención de algún efecto. O cuándo un efecto es medicinal o deja de serlo. Y qué cosa sea 'efecto secundario' y cuándo este deja de ser 'principal', o viceversa. También se pregunta uno porqué los gobernantes anteriores no inmovilizaron los productos que ahora inmovilizan, o si acaso las autoridades de ahora son más concienzudas que las de antes.

Otra razón que arguyen nuestras autoridades es que algunos desaprensivos usan mal esas plantas y que sus principios activos podrían ser peligrosos y que, por lo tanto, necesitan autorización. ¡Es conmovedor como se preocupan las autoridades de nuestra salud!.

Durante millones de años los animales y seres humanos hemos tomado productos de la madre Naturaleza sin conocer su composición y sin que las autoridades nos los autorizasen o nos los prohibiesen. Las plantas contenidas en los productos cuya comercialización ha sido prohibida, fueron tomadas durante miles de años para aliviar el sufrimiento humano o para fortalecer o embellecer el organismo, sin problema alguno especial. Y decimos especial porque las plantas medicinales, estos maravillosos dones de la Naturaleza, han sido mal utilizadas a veces: ¡los ignorantes, negligentes y delincuentes existen siempre en todas partes y en todas las áreas de la actividad humana, y no solo en la medicina naturista!.

Es cierto que a veces hay mentirosos, charlatanes, estafadores y desaprensivos. Pero, en ese caso, hay que aplicar la ley civil o penal al individuo, que para esto está. Estamos de acuerdo en que haya sanciones civiles o penales e inmovilización o retirada de productos cuando en ellos se añaden sustancias no naturales, químicas o peligrosas, cuando se indica insuficiente o falsamente lo que contiene, o cuando no se advierten de los riesgos. ¡Lo malo es que es el propio Ministerio de Sanidad el que prohibe incluir indicaciones, dosis e instrucciones de uso en los productos considerados dietéticos y naturales!.

No comprendemos porque en una democracia en la que prima el derecho (e, incluso, el deber) a informar y a ser informado sean las autoridades las que me prohiban decir lo que crea conveniente acerca de la valeriana, la frángula o la planta que quiera, incluso precisando las dosis que estime convenientes, peligrosas, etc. O que, para hacerlo, deba previamente que convertir dichas plantas en 'medicamentos' y pasar una serie de complejos y multimillonarios filtros metodologicos y administrativos, solo costeables por Laboratorios poderosos.

No es razonable que podamos hablar (e, incluso, criticar) acerca de políticos, militares, etc, sin necesidad de filtro, costo ni autorización previa; pero que eso mismo no lo pueda hacer respecto a las propiedades o dosis de una planta, sea esta la que sea. El derecho a la información (y a la replica, y al contraste) deben ser garantizados. En esto justamente consiste una Democracia. Y la mentira, la calumnia y el fraude deben ser sancionados allí donde se produzcan, una vez queden judicialmente demostrados; y, para ello, no hay cosa mejor que dejar las cosas por escrito. En esto justamente consiste un Estado de Derecho.

Hay que sancionar el mal uso de un instrumento, no prohibir el instrumento. Seria como prohibir o ilegalizar los martillos solo porque algunos a veces los usan mal y estropean cosas, o los usan para cometer crímenes. El instrumento no es bueno o malo y las plantas, usadas con intención terapéutica, fortalecedora o estética son sólo eso, instrumentos: para unas cosas, en ciertas dosis, serán buenas; para otras cosas, en otras dosis, serán malas. Pero el instrumento en sí mismo es moralmente neutro: se supone que se le ha de dar un buen e inteligente uso, eso es todo.

En cualquier caso, es difícil pensar que las plantas, incluyendo las más peligrosas (como la cicuta o las setas venenosas) sean por sí mismas malas y deban ser prohibidas. Recordemos que importantísimos medicamentos de las farmacias proceden frecuentemente de productos naturales, algunos de ellos muy venenosos. Aun hoy, el símbolo que se ve en todas las farmacias es un serpiente echando veneno en una copa. Los medicamentos son curativos a dosis bajas, apropiadas, y son asimismo venenos a dosis altas, inapropiadas. Es lo que decia Paracelso: "dosis facit venenum".

Si prohibiesemos los venenos ...¡deberiamos prohibir la inmensa mayoria de medicamentos!.
 

Portada - Indice