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TABACO

Es sabido que el tabaco nos lo encontramos en América; pero la palabra no nos la trajimos de allí, al menos eso parece. Antes de que Colón descubriese el tabaco en Cuba, se usaban en España y en Italia tabacco, atabaca, altabaca y otras formas análogas, procedentes del árabe tabbak, y que denominaban plantas medicinales, de acción somnífera o alucinógena. Los haitianos decían cohiba; los guaranís, petun; los araucanos tamun; el nombre de tabaco parece que se lo llevaron para allá los españoles, imponiéndose por ser el mismo para todos los pueblos indios y además por ser el de los conquistadores. No es fácil quedarse con las etimologías que hacen proceder el nombre de las lenguas amerindias, cuando está perfectamente documentada su existencia en Europa antes del descubrimiento de América, en especial para denominar plantas que estaban en la farmacopea por los efectos del tabaco americano que tanto impresionaron a los conquistadores. "Entre los mejicanos, al querer ejercer los adivinos su profesión, mascan una hierba por nombre cohoba (es el nombre que dan al tabaco), o bien absorben su humo por la nariz, produciéndoles una excitación tal que se les representan toda clase de visiones." Así describe el tabaco López de Gomara. Pedro Mártir, en su libro Novus orbis se explica en parecidos términos.

En efecto, las primeras descripciones que dan del tabaco los cronistas, hacen referencia a sus virtudes medicinales. En el siglo XVI estaba ya extendido su uso entre las clases bajas, en medio de fuertes polémicas respecto a sus propiedades curativas. Y en la polémica hubo de todo: los que elevaban sus virtudes de todo género, y los que veían en él sólo perjuicios. Su uso sufrió severas restricciones en muchos países. Se dice que en Rusia se llegó a cortar la nariz a los que se sorprendía sorbiendo rapé (tabaco en polvo), y que el papa Urbano VIII tuvo que prohibir expresamente su uso en las iglesias. Pero acabó imponiéndose la razón de Estado: tratándose de algo perjudicial para la salud, mejor estaba bajo el control del Estado, que explotó el tabaco como un monopolio (en régimen estanco, es decir cerrado).

A la principal sustancia activa del tabaco se la llama nicotina porque fue un tal Juan Nicot, embajador de Francia en Portugal, quien en 1560 presentó en París a la reina Catalina de Médicis la planta verde y el producto elaborado. La reina lo usó en polvo y recomendó las hojas verdes para las úlceras de las piernas. El botánico Linneo, en honor de Nicot, denominó Nicotiana a todas las especies de plantas de tabaco. Las dolencias que se achacan hoy al tabaco revisten caracteres apocalípticos, y las indemnizaciones que imponen los tribunales a las compañías tabaqueras son astronómicas. Se conoce desde siempre la toxicidad de la nicotina. Bastan 0.10 gramos de esta sustancia para matar a un perro, y 8 gotas para matar a un caballo. En el hombre se producen intoxicaciones por nicotina cuando se inician especialmente los adolescentes en el hábito de fumar. Produce acritud dolorosa en la boca y faringe, dolor de cabeza, náuseas, vértigo, somnolencia... muchas molestias y poca gravedad. Esto a corto plazo. A largo plazo, pocas molestias y enorme gravedad.

Mariano Arnal