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PSORIASIS 

Esta palabra la inventaron los griegos; mejor dicho la puso en circulación el médico griego Dioscórides, que vivió en el primer siglo de nuestra era, cuando estaban ya realizadas todas las obras cumbre de la cultura griega. La escribió así: ywriasiV (psoriásis), y la obtuvo de ywra (psóra), que significa sarna, roña. Parece evidente que relacionada con el verbo yaw (psáo), que significa rascar, frotar, limpiar. Otra acepción es convertirse en polvo, disolverse, deshacerse. Desarrollaron los griegos otros términos (éstos sí en época clásica), como el verbo ywriaw (psoriáo), con el significado de tener la sarna; con el compuesto ywragriaw (psoragriáo), tener la tiña. El adjetivo agrioV (ágrios) significa salvaje y amplía su sentido en los de violento, feroz, insoportable. Formaron asimismo el adjetivo ywrikoV (psorikós) = relativo a la sarna, a las erupciones sarnosas y en general a las afecciones cutáneas. Denominaron con este término los útiles y los remedios contra la sarna. Finalmente tenían el adjetivo ywroV (psorós) para referirse a las superficies irregulares y rasposas, no lisas; sin relación alguna con la enfermedad. Galeno y Dioscórides llamaron ywrojqalmia (psorofzalmía) al escozor de los párpados a causa de las pústulas.  

Cuando conocemos las características de la enfermedad, comprobamos con admiración que le viene la palabra como anillo al dedo. Cursa generalmente con escozor o comezón; y consiste en un proceso patológico de escamación de la piel que afecta a algunas zonas del cuerpo. Desde el punto de vista léxico es notable la aceptación tan generalizada que ha tenido un término científico tan incómodo de pronunciar como psicología, o en tiempos pneumático, por lo que hasta la Real Academia les ha perdonado la p inicial; algo que por analogía deberíamos hacer sin excesivo escrúpulo con psoriasis. 

¿Pero por qué hemos de usar un término griego? ¿Es que esa enfermedad se daba sólo en Grecia? No, en absoluto; tiene sus traducciones bien castizas y no es nada excepcional: afecta a un índice respetable de la población, y como es crónica, su presencia se hace notar con insistencia. La traducción más común es sarna, término malsonante por haberse usado no como diagnóstico sino como insulto. Tiene otros dos sinónimos: roña para los casos benignos, y tiña para los malignos. Decir sarnoso, roñoso o tiñoso, no es lo mismo que decir griposo, asmático o tísico. En estas adjetivaciones no hay acusación ni voluntad de insultar; en aquellas en cambio, sí. Es que las enfermedades de la piel despertaban un tremendo recelo (y desprecio), porque tras ellas estaba agazapada la lepra, tremendo castigo divino. La ventaja que tenían éstas es que se les asignaba como causa la falta de higiene (un mal menor frente a la maldición de Dios), cosa que se ha demostrado que nada tiene que ver con su origen (sí en cambio con su desarrollo, obviamente); y se consideraban también erróneamente contagiosas. Obsérvese asimismo que a los adjetivos sarnoso, tiñoso y roñoso se les ha dado un valor metafórico en el campo de la personalidad. Se identificó al roñoso con el tacaño, como se confundió al pobre con el mezquino. Todos estos problemas léxicos, fruto de una larga historia, los hemos evitado recurriendo al término griego, que suena hasta noble.

Mariano Arnal