PROSPECTO
Prospicio, prospexi, prospectum.
De la familia spec - spic, que significa mirar. Spéculum
(espejo), respicio / respectum, inspicio / inspectum, suspicio
/ suspectum, aspicio / aspectum, auspicio, conspicio / conspectum,
despicio / despectum. El prefijo Pro funciona en latín
como preposición de ablativo con el significado de "ante",
"delante de": pro muris = ante las murallas; pro lítore
= delante de la costa; "en favor de", "en defensa
de", "por": pro aliquo = en defensa o en favor
de alguien; pro lege = en defensa de la ley; el significado
"en lugar de", "en vez de", "en calidad
de": pro vallo carros obicere = poner carros en lugar de
trincheras o haciendo de trincheras; pro cónsule = en calidad
de cónsul (procónsul); pro pérfuga = como tránsfuga;
"en proporción a", "de acuerdo con": pro
hostium número = en proporción al número de enemigos; pro témpore
et pro re = de acuerdo con el momento y la situación.
En razón de esto, un pro-specto
(participio pasado) sería el resultado de una prospección (las
"prospecciones petrolíferas" nos sirven de referente
perfecto para fijar el significado de esta palabra); un examen
minucioso del ámbito de aplicación del medicamento de que se trata.
Un examen en función de aquello que se quería explorar. Éste es un
primer significado del término prospecto, y en este sentido sería
una síntesis del trabajo de exploración realizado o auspiciado por
el laboratorio y tendría como destinatarios a los profesionales de la
medicina y de la farmacia.
La otra posible interpretación de la palabra
prospecto, sería la de algo que hay que examinar "antes
de" usarlo. Y lo más probable es que sea éste el sentido en que
más se confeccionan y se usan los prospectos. Igual que el célebre
"agítese antes de usarlo", el prospecto sería "echa
un vistazo antes de usarlo". Queda la pregunta: ¿leer antes de
recetar, o leer antes de usar? Si se trata de "leer antes de
recetar", hay que decir que la información es excesivamente
escueta. Faltan para un profesional las cuantificaciones. Un
profesional no puede decidirse con informes exclusivamente literarios.
Incluso lo que tan bellamente se llama en los prospectos "posología"
(del griego poson
/póson = cuánto) no parece un gran
acierto dárselo al médico ya resuelto. Y si un prospecto es
algo que hay que "leer antes de usar", es decir que está
destinado al usuario, una primera evidencia es que su nivel es
inasequible en buena parte para el profano, que lo único que entiende
con absoluta claridad es la posología, y a continuación las
contraindicaciones, que se entienden relativamente. En efecto, una de
las razones por las que se almacenan primero y luego se tiran muchísimas
medicinas, es porque cuando el paciente le echa el vistazo al
prospecto, se asusta y decide que puede ser peor el remedio que la
enfermedad, con lo que guarda la medicina para cuando su dolencia sea
tan grave que le salga a cuenta asumir los efectos secundarios.
Conclusión: ¿Cumplen los prospectos la función que presuntamente
les corresponde? Si pretenden servir a la vez al médico y al
paciente, no consiguen hacer bien ni una cosa ni otra.
Mariano
Arnal
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