NECROSIS
NekrwsiV (nekrósis)
es la forma griega de esta palabra. Parece que se formó allá por el
siglo II de nuestra era. Se emplea en el ámbito religioso, con el
valor de mortificación; y en medicina la usa Areteo. En la carta a
los Romanos (4, 19), san Pablo dice: "Y no flaqueó su fe
considerando muerto (nenekrwmenon /
nenekroménon) su cuerpo por tener ya casi cien años, y muerta la
vulva de Sara (thn nekrwsin thV mhtraV
SarraV / tén nekrósin tés metrás
Sárras); y en la segunda carta a los Corintios: "en
todo y por todo acarreando en nuestro cuerpo la muerte de Jesús"
(thn nekrwsin tou Iesou en tw swmati
periferonteV / tén nekrósin tu
Iesú en to sómati periférontes). Mucho más antiguas son
en cambio nekroV (nekrós)
= la muerte; oi nekroi
(oi nekrói) = los muertos; o
nekroV (o nekrós),
el cadáver. Vienen usándose desde el mismo Homero. Hasta aquí el
origen de la palabra. En cuanto a su traducción, es de notar que
hemos dado en el singularísimo y ambiguo término de mortificación,
a falta de un verbo como nekrow (nekróo),
que significa hacer morir (y por tanto en pasiva, morir), haber
entrado en proceso de muerte (es el sentido que tiene en el texto de más
arriba, referente al estado de los órganos reproductores de Abraham y
Sara), dar por muerto, mortificar (literalmente ir matando poco
a poco), paralizar. Y curiosamente, a falta de otro, usamos este mismo
término tanto en religión (ascética) como en medicina.
Entre las definiciones de necrosis tenemos la
de "mortificación de un tejido en general, gangrena; la parte
necrosada se llama secuestro" (dic. term. ciencias médicas);
o esta otra, más descriptiva: "Transformación de orden físico-químico
y químico que experimenta la materia viva y que la conduce a su
muerte. // Mortificación tisular (de los tejidos) o celular
que, produciéndose a nivel de un tejido, de un órgano, de una región
anatómica, permite que el resto del organismo continúe
viviendo" (Larousse). Responde a esta última definición la necrosis
fibrinoide, que traduce un esfuerzo de defensa. Los distintos
procesos de necrosis que ofrece la literatura médica, bien podrían
explicarse en forma épica, como las múltiples formas que emplea el
organismo para luchar contra su muerte parcial o total. Las necrosis
constituyen todas ellas mecanismos de defensa que tienden a acotar y
confinar la muerte, y a expulsarla del cuerpo cuando es posible. Por
eso difieren de la putrefacción cadavérica, porque al contrario que
ésta, dependen y forman parte de la misma vida. En efecto, una
necrosis no se define tanto por la mortificación (proceso de muerte),
como por los subsiguientes de reabsorción o eliminación de los
tejidos muertos. En las necrosis óseas, p. ej., el aspecto del hueso
necrosado (se dice así; pero si se dijese "muerto" no se
alteraría el significado) es igual que el del sano. A la parte muerta
se la llama secuestro. Otro tanto ocurre con los cartílagos. Cuando
se trata de partes blandas, el proceso empieza por la desecación. Es
el caso de los fetos momificados, propios de los embarazos ectópicos.
Otro proceso de mortificación es el que acaba en enquistamiento: en
este caso el territorio mortificado se rodea de una cápsula
cicatricial aisladora. El proceso contrario es el de eliminación de
los elementos muertos por supuración. Son las heridas por las que
sale la muerte, que si no se cierran se convierten en llagas.
Mariano
Arnal
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