HERMAFRODITA
A efectos de satisfacción sexual es evidente
la carestía de hembras en la especie humana. La totalidad de las
hembras de cualquier colectivo humano, no satisfacen ni de lejos la
totalidad de demanda de copulación de la totalidad de los machos. De
ahí que exista un floreciente mercado en que se vende sexo. Como
ocurre con cualquier trabajo, que a cambio de dinero se está
dispuesto a hacer cosas que no le gustan a uno en absoluto, o que le
gustan sólo dentro de una razonable medida, pero no a razón de ocho
horas diarias un día tras otro y así años y años; también en la
complacencia sexual hay mujeres que a cambio de dinero están
dispuestas a ofrecerse a los hombres mucho más de lo que les apetece.
Pero ni con el trabajo sexual de tantas mujeres se consigue satisfacer
toda la demanda de sexo de los hombres, por lo que se ha tirado
finalmente por el camino del medio. Cada vez son más los hombres que
se pasan al bando de las mujeres para ejercer sexualmente como tales,
es decir para satisfacer sexualmente a hombres, tanto en el campo que
se denomina de las "parejas de hecho" (el equivalente del
matrimonio) como en el de la prostitución. Parece que se está
buscando la solución en una sociedad funcionalmente hermafrodita,
formada por individuos que funcionan tanto de machos como de hembras.
Hermafrodita
es una palabra en la que se funden Hermes (a estos efectos, el
dios de los efebos, los muchachos admirados por su hermosura) y Afrodita
(la diosa del amor). Es decir que en el hermafrodita (masculino, ¡claro!)
se juntan el ideal sexual masculino con el ideal sexual femenino. Nos
cuenta el mito que el hijo de Hermes y Afrodita, que por eso se llama
Hermafrodito, se bañaba un día en una fuente en Halicarnaso. Al
verlo la ninfa protectora de la fuente, se abrazó a él talmente
enamorada, que no estaba dispuesta a soltarse de su abrazo, por lo que
suplicó a los dioses que la fundiesen con Hermafrodito. Su plegaria
fue escuchada, quedando ambos fundidos en una sola persona de gran
belleza, con los atributos sexuales masculinos y femeninos. Este nuevo
ser, conservando el nombre que anteriormente tenía, sirvió para
denominar en nuestra cultura la bisexualidad. No se inventó el
hermafroditismo en Grecia. En los orígenes de todas las mitologías
orientales encontramos dioses en los que coexisten los atributos
masculinos y femeninos, que luego se desdoblan en divinidades
masculinas por una parte y femeninas por otra. Astarté, la gran
divinidad sirofenicia es andrógina (al mismo tiempo hombre -androV
/andrós- y mujer -gunh
/gyné).
También Adonis, dios de Biblos, era bisexual, y otro tanto Dol, el
Adonis cartaginés. La Cibeles frigia, la Astarté siria, la Afrodita
de Pafos comparten estas doble condición sexual. Hasta Roma llegaron
las divinidades bisexuales. La Venus barbata y la Venus biformis
son prueba de ello.
Hace un par de generaciones la apuesta fue
por inducir a las mujeres a ponerse a la altura del hombre en cuanto a
copulación. Fue el movimiento por el "amor libre", fue la
teoría de la frigidez... Hoy los medios en que se diseñan las
conductas, han dejado tranquila a la mujer y han optado por educar al
hombre en la bisexualidad.
Mariano
Arnal
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