Species, speciei es
un sustantivo derivado de specio, specere, spexi, spectum, que
apenas se usó en esta forma, sino habitualmente acompañado de
prefijo (aspicere, aspectum; respicere, respectum; inspicere,
inspectum; suspicere, suspectum; auspicere, auspectum –auspicium-
despicere, despectum; proscipere, prospectum). Species es
la acción de mirar o el resultado de esa acción. De ahí que el
aspecto, la imagen que "ofrecen" las cosas (es un decir), la
belleza y la hermosura, que forman parte importante del significado de
esta palabra, son siempre algo subjetivo. El aspecto que
ofrecen las cosas no lo determinan las cosas, sino el que las mira. La
hermosura la pone cada uno en las personas y en las cosas que mira. Es
la mirada la que hermosea o como decimos en español, embelesa: ella
es la que infunde belleza.
Del sustantivo species se forma el
adjetivo specialis, que en principio designa aquello que ha
sido elegido para ser objeto de nuestras miradas. Los romanos usaron
este adjetivo para referirse a lo especial, a lo que tenía alguna
condición particular o peculiar. Como sustantivo le daban el valor de
amigo particular o amigo íntimo. Construyeron también la palabra specialitas
con el significado de cualidad distintiva o especialidad. De la
misma familia son specimen, con el significado de ejemplo,
muestra, prueba, indicio: spécimen ingenii = muestra de
ingenio, de talento. Y speciosus, que significa hermoso, de
aspecto agradable, vistoso, de exterior brillante. Speciosa fémina:
mujer hermosa. Es también de la misma familia speculor,
speculatus, del que hemos obtenido el verbo especular y el
sustantivo especulación: significa observar, acechar, atalayar,
explorar, espiar, vigilar. Y spéculum (por su forma,
diminutivo de species), que significa espejo. De hecho
coincide, aunque en diferente género, con spécula, dimin. de spes,
que significa pequeña esperanza. Ciertamente el campo léxico de spec-
es extensísimo, y su campo semántico es también muy
considerable. De ahí que sean muchos los cabos a atar si queremos
ahondar en las confluencias de significados que hayan podido
intervenir en la configuración del significado total que finalmente
tienen los términos especialidad y especialista.
Es inevitable, en efecto, porque lo lleva la
palabra, la asociación subliminar del especialista, la especialidad y
lo especial. La palabra especial lleva en sí como valor vigente y
corriente el de extraordinario, fuera de lo común; un valor que no se
deja de lado, ni mucho menos, al formar los derivados especialidad y
especialista. De donde resulta que, queriéndolo o no, al decir de
alguien que es especialista, estamos diciendo al mismo tiempo que es
especial, porque es la palabra la que lo dice. Es que en efecto lo es,
comparado con los generalistas. Un oftalmólogo o un odontólogo, o un
cardiólogo son realmente unos médicos singulares, fuera de lo común,
extraordinarios, especiales, en su respectiva especialidad. Éste es
uno de los valores aparentes e innegables de la palabra; pero es que sub
límina, debajo y más allá del umbral propio y del umbral del
hablante, la palabra trabaja con todos sus recursos, con toda su
polisemia. Por citar sólo una, la más moderna, Freud nunca nos
consentiría que separásemos del término especialista el valor
heroico y espectacular que tiene en el cine, un valor en plena
vigencia que ahí está también cuando se pronuncia la palabra.