DEBILIDAD
Cuando calificamos determinadas acciones como
manifestaciones de debilidad y como débiles a las personas que las
hacen, ya entendemos lo que decimos. Esta es una palabra que no ofrece
dudas; pero ¿de dónde se la sacaron los romanos, que fueron sus
inventores?
Primera sospecha: ¿no será débilis
un pariente muy próximo de débeo? Porque si
"debilidad" tiene que ver con "deber", empieza a
entenderse mejor la palabra. Está claro que ambas palabras tienen
como elementos comunes el prefijo de y el verbo habeo.
Algunos diccionarios lo sospechan, respecto a débilis y otros
lo aseguran. Un tercer elemento es la desinencia -bilis que
encontramos en amábilis, frangibilis (frágilis), notábilis (nóbilis),
lábilis (resbaladizo, que tiene tendencia a resbalar), etc. Si el
planteamiento es correcto, el significado de débilis tendría
que ser "el que tiene inclinación a deber", es decir
"el que se siente en deuda"
La desinencia -bilis encierra
posiblemente la clave más importante de la palabra. Esta desinencia
le añade a la acción el ánimo, la actitud. Amábilis (amable)
es el que induce a que le amen, es el que se hace digno de ser amado. Frangíbilis
(en español "rompible"), frágil, es lo quer puede ser
roto. La desinencia funciona en unos casos en activa, y en otros en
pasiva. La amabilidad, la debilidad, la docilidad (de docere,
enseñar) no son tanto cualidades objetivas como actitudes. Siendo así,
la debilidad sería más que una cualidad o un defecto, una
actitud. La debilidad aislada u objetiva no existe. Siempre es
subjetiva, no depende sólo del propio sujeto, sino también y
especialmente del referente. De la misma manera que no existe el alto
o el bajo absoluto, tampoco existe el débil o el fuerte absoluto. Se
es alto o bajo, fuerte o débil en comparación a alguien o algo.
Cuando aplicamos estas reflexiones a algo
concreto, pongamos por caso a la democracia frente al nacionalismo,
hemos de afirmar que permitirle al honorable asesino don José Luis
Barrios presentarse en el Parlamento Foral Navarro, la democracia está
haciendo una solemne exhibición de debilidad y acomplejamiento ante
el nacionalismo, que a la inversa exhibe sus crímenes con orgullo e
insolencia dando a entender que ni teme ni tiene por qué temer el
castigo de los demócratas. Y no es que objetivamente unos sean débiles
y otros fuertes, en absoluto; sino que unos van de débiles y otros
van de fuertes. Los demócratas van acomplejados de que siempre les
deben algo a los nacionalistas, como si fuesen culpables de algo ante
ellos, como si efectivamente la superioridad del nacionalismo frente a
la democracia fuese incuestionable, y los demócratas tuvieran que
hacerse perdonar el no ser nacionalistas, y el camino para ello fuese
ir haciéndoles concesiones una detrás de otra, hasta permitirles (y
tanto da el pretexto o la explicación que parra ello se emplee) que
se presenten los asesinos a presidir las instituciones (la de los
Derechos Humanos presidida por otro asesino también tiene guasa); y
encima éstos siempre haciendo cara de que les deben y no les pagan.
Los muy débiles.
Mariano
Arnal
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