AIRE ACONDICIONADO
No todos los artilugios modernos tienen un nombre
adecuado: el televisor y el teléfono gozan de mejor
nombre que la radio o los rayos X; el radar y el láser
se han tenido que conformar con iniciales; el móvil, el
portátil y el vídeo, andan muy mal denominados; el
helicóptero bastante mejor que el coche y el avión; la
nevera y el aire acondicionado, bastante peor que el
ventilador y la lavadora; el ascensor, peor que el
montacargas. Es que no es nada fácil ponerles nombre a
las cosas; y lo que es peor, los inventores de cosas
nuevas no están por la labor de emplearse a fondo en la
búsqueda de un nombre adecuado para sus inventos. Por lo
visto, según el Génesis Dios consideró muy importante
eso de ponerles nombre a las cosas: por eso le presentó
a Adán todos los animales para que decidiese cómo
llamarlos.
Si el aire acondicionado no se inventó en ninguno de los
países que hablan en español, tampoco se creó el nombre
en esta lengua, por lo que nos servimos de una
traducción. En inglés le pusieron a este invento el
nombre de air-conditioning. El verbo to
condition se corresponde perfectamente con el
español acondicionar, preparar, someter a determinadas
condiciones. En esta tercera versión coincide bastante
con nuestro verbo condicionar, para el que usan los
ingleses el mismo to condition. En fin, que
estamos ante una palabra que toma su significado del
latín de que procede. Condicio, condicionis, que
por supuesto significa condición, es un compuesto de
cum y dico, y por tanto significa decir
juntos, es decir acordar, pactar, convenir, concertarse.
La condicio por tanto, sería la condición, la
cláusula, la estipulación, el pacto. Y condicere
(no existe condicionare) es concertarse, llegar a
un acuerdo, pactar. Al verbo condicionar le asignamos el
valor de poner condiciones. Cuando queremos expresar que
acomodamos algo a determinadas condiciones, preferimos
la forma acondicionar.
Estamos ante una palabra hueca y pomposa, que no expresa
de qué naturaleza es la transformación que sufre el
aire, sino que se limita a decir que se trata de aire
elaborado, manipulado, sometido a determinadas
condiciones. Es probable que los comercializadores del
invento pretendieran un nombre impactante, más que
cargado de información. Aún recuerdo cuando oí por
primera vez el nombre de aire acondicionado. No podía ni
imaginarme que se trataba de algo tan simple como
enfriar (y luego también calentar) el aire. Yo creía que
tras el misterioso adjetivo se escondían unos procesos
supercomplicados que dotaban al aire de un conjunto de
condiciones que lo hacían especialmente valioso. En fin,
ingenuidad de un hablante que cree en las palabras.
Pero claro, si finalmente esos aparatos enfrían el aire
como la calefacción lo calienta, ¿por qué no podrían
llamarse refrigeradores, enfriadores, refrescadores,
frigidarios, e incluso ventiladores con algún adjetivo
que los distinga de los primitivos? Así se acomodarían a
la estructura léxica de los artilugios productores de
calor. Pero no, lo de acondicionador sugiere mucho más
que enfriar.
Mariano
Arnal
|