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DEL DIA A DIA
- EL DÍA DE LA LUNA -
Identificada con Diana, la diosa femenina de la luz. La mujer, la casa, la familia.Medicina

INSANIA COLECTIVA

Hay enfermedades epidémicas y endémicas cuya particularidad es que pasan de ser de cada uno de los individuos que la padecen, a enfermedades de toda la colectividad. Y no son únicamente las víricas las que se extienden por toda la población: tanto o más contagiosas son las enfermedades mentales. Eso que dicen los políticos de que el pueblo siempre tiene razón, no es más que una burda y zafia adulación. Del mismo modo que hay individuos sanos y enfermos, de cuerpo o de espíritu, hay también pueblos sanos y pueblos enfermos: tanto de cuerpo como de espíritu. ¿Por qué entre tantas especialidades médicas no hay una medicina social, pero realmente de la sociedad, y no de los individuos? Pues porque eso no hay quien lo pague. Deberían ser los políticos quienes se interesasen por tener bajo control la salud colectiva del pueblo, además de la suya propia, claro está. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Al pueblo no le interesa en absoluto que le diagnostiquen las enfermedades, sobre todo si se trata de enfermedades vergonzosas; y las del espíritu lo son, claro que sí. Uno no anda por ahí presumiendo de que tiene sus facultades mentales bajo mínimos o totalmente pasadas de revoluciones. Si uno se sabe afectado por alguna de esas dolencias, prefiere disimular y pasar inadvertido. Lo último que desea cualquiera es que le señalen como demente de manera que los demás recelen y se prevengan contra él. Los pueblos están menos dispuestos que los individuos a reconocer sus enfermedades, en especial las mentales. Así que ya sabemos lo que nos toca: o nos autodiagnosticamos y nos automedicamos, o tendremos que morir con el mal que padecemos, y quizás incluso de ese mal. Y no nos valdrá decir que el otro está loco; que eso se oye muchísimo, sobre todo por parte del que se cree más sano. Si el enfermo es el que sobrevive, y el sano es el que sucumbe, forzoso será concluir que esa salud era sólo de cara, porque el interior lo tenía corroído. La orgullosa cultura superior de los romanos sucumbió ante la despreciable y bárbara de los bárbaros; y en un tris estuvo la sacrosanta y beata democracia, de caer rendida a los pies del demencial régimen de Hitler, Mussolini, Franco y el orgullo del Sol Naciente. El nivel de salud de los sanos, tampoco era envidiable. Al fin y al cabo, para los romanos el in-firmus es el que no consigue mantenerse firme, el que se tambalea y, si la enfermedad es mortal, cae. Y el in-sanus es el falto de salud mental, la que consideraron la salud por antonomasia; insano es el que padece de insania; ése sí que sufre una enfermedad realmente peligrosa, de las que tienen en vilo a los sanos y hasta consiguen acabar con ellos. Si el loco acaba con el cuerdo, y el enfermo con el sano, es que se están diciendo los santos del revés; es que algo no funciona. Hoy se considera como enfermedad sagrada el autismo de los pueblos, su replegamiento creciente sobre sí mismos, aislándose cada vez más de la realidad que les rodea, una realidad que niegan contra toda evidencia. El ideal de estos pueblos es retroceder cada vez más, hasta llegar de nuevo al seno materno que tanto añoran; quieren volver a la gestación. Eso implica, claro está, que alguien cargue con ellos; porque ni el que vuelve a la condición de feto ni el autista son capaces de autonomía ni de independencia alguna mientras están en ese estado. Pero sí que son capaces de minar la salud y hasta de acabar con la vida de la madre que los gesta o que les cuida.

EL ALMANAQUE recuerda hoy el autismo, tan peligroso cuando es colectivo.