MATRIMONIO
Por empezar, parece evidente que matrimonio es correlativo y
complementario de patrimonio. Incluso parece evidente que el oficio del
padre se reduce a aportar su patrimonio. Se entiende que el matrimonio es la institución
en que un "padre" y una "madre" se obligan a ejercer sus respectivos
oficios: él de padre, y ella de madre. Lo primero que llama la atención en esta palabra
es que el nombre implique a uno solo de los contrayentes. No puede ser una casualidad.
Otro dato, que tenemos el sustantivo pero no el verbo procedente del mismo lexema; ni en
latín ni en español. Y uno más: este nombre (y por consiguiente la idea que en él se
encierra) es de origen totalmente latino. Por comparar con otra fuente muy próxima, no se
parece en nada a la palabra griega con la que se denomina el matrimonio: gamoV (gámos ; presente en monogamia,
poligamia, fanerógamas, criptógamas). Por seguir con la comparación, el verbo griego gamew (gaméo) es de carácter masculino;
su más fiel traducción es el uxorem dúcere latino, que significa literalmente
llevarse una mujer (a casa). Sería bastante tendencioso traducir el uxorem ducere latino
o el griego gamein (gaméin)
sin más como casarse. Por empezar nuestra forma reflexiva, que significa que tanto se
casa él con ella como ella con él, no tiene cabida ni en la expresión latina ni en el
verbo griego. En ambos casos el hombre es el sujeto de la acción, y la mujer el objeto
directo (uxorem). Por eso, cuando la lengua latina crea la palabra matrimonium
está diciendo una cosa distinta del uxorem dúcere, del procurarse una mujer.
Habla de matris por una parte, que es bastante más que hacer de mujer, y de
munus por otra. El munus tiene por una parte el significado de don,
de regalo, de obsequio, y por otra el de oficio, responsabilidad (siempre en el ámbito de
la actividad libre; de aquí viene remuneración, cosa a la que nunca ha tenido derecho el
esclavo o asimilado).
Este tipo de reflexiones tienen especial sentido si tenemos en cuenta que tanto en la
cultura griega como en la romana, la mujer ha estado más cerca de la condición de
esclava que de la condición de ciudadana, que ni siquiera existía (y no sólo ni
especialmente en estas culturas, por supuesto). Tanto en los ritos nupciales como en los
mitos vemos claramente que la mujer es comprada y vendida. Incluso hoy conservamos el rito
de que la novia es entregada por el padre al novio, y en las ceremonias de alto copete,
antes de decir el "sí quiero", ha de mirar hacia su padre y esperar que éste
asienta con la cabeza. Durante muchos siglos fue imposible distinguir la mujer
"legítima" de la esclava. Legítimus, legítima, legítimum es todo
aquello que está regulado por la ley. Ésta fue entrando a legislar cada vez más los
derechos de los esclavos, de los hijos, de la mujer, de los fámuli, de todos los
que dependían del paterfamilias, que era en su casa un monarca absoluto con
derecho de vida y muerte (ius vitae ac necis). De ahí que tengamos que considerar
un gran paso adelante en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en la mejora de
su status el hecho de que se le asignase el matrimonium como nuevo marco
legal y social. Pero no fue un invento de golpe. En la propia Roma sus formas fueron muy
variadas según las épocas y según el nivel social. (Continuará).
Mariano Arnal
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