MASTURBACIÓN
Si no es cierta la etimología que dan los diccionarios, hay que decir al menos que los
ingleses se la creyeron, porque una de las formas como llaman a la masturbación es mastupration.
Los diccionarios etimológicos dicen, en efecto, que el verbo masturbor, masturbari,
masturbatus sum, deponente y por tanto de traducción reflexiva, está compuesto de manus
(mano) y stupro, strupare, (copular de forma deshonesta, deshonrosa o ilícita); su
significado, por tanto, sería el de copulación deshonesta hecha con la mano. El cinco
contra uno, que se dice tan gráficamente. Parece que fue Marcial el único autor que usó
esta palabra en época clásica. Ingenioso como era, pudo ser hasta su inventor. Lo que
destaca en la misma, es que desde su mismo nacimiento nunca ha tenido buen nombre.
Asimilar, en efecto, la masturbación al estupro es un poco fuerte. Según el sentido más
clásico, estupro es el acceso carnal con soltera de buena fama, mayor de doce años y
menor de veintitrés, logrado con abuso o engaño. Por muy metafórica que pretenda
ser la inclusión de este término en la palabra masturbación, suena excesiva. Y parece
que no es un exceso casual, sino que es debido a un concepto tan negativo respecto al sexo
desperdiciado como al sexo forzado o fraudulento. Su sinónimo onanismo, pretendidamente
más culto, es buena prueba de ello. Onán, al practicar con su cuñada viuda el coitus
interruptus y derramar su semilla en tierra, en lugar de sembrarla en la mujer, lo que
hacía era contravenir una disposición legal de carácter hereditario, con la que se
evitaba la concentración de los bienes en una de las ramas de la familia por falta de
herederos en alguna de las otras. El pecado de Onán no era por tanto de orden sexual,
aunque el acto si lo fuese, sino que la transgresión tenía en realidad carácter
económico. Y fue el querer alzarse con los bienes de su hermano difunto, rehusando darle
un heredero como mandaba la ley, lo que condenó Yahvé y castigó con la muerte.
Y no es sólo en el ámbito religioso donde se condena la masturbación, sino que es
mal vista en todas las culturas. En algunas tribus primitivas los antropólogos
encontraron que se practicaban rituales de fecundidad que por no constituir una
copulación propiamente dicha calificamos de masturbatorios: los hombres de la tribu, cada
año, en una gran ceremonia, hacían un pequeño agujero en tierra y copulaban ritualmente
con la tierra, depositando en ella su semilla, para inducir su fecundidad. Fuera de éstas
y semejantes prácticas rituales, que no podemos calificar de masturbatorias, en todas las
culturas se ha considerado que el sexo tenía que estar ordenado para la reproducción,
por lo que toda práctica sexual y en concreto todo derramamiento de semen que por su
forma no pudiera ser generador de vida, se consideraba una torpeza, una deshonra, una
especie de trampa al orden natural de las cosas. Incluso cuando el derramamiento de semen
es involuntario tiene un nombre condenatorio: polución, que significa acción de ensuciar
o ensuciarse. Pero es que también en la actualidad, en que han caído la mayoría de
tabúes sexuales, el recurso a la masturbación se considera un fracaso de la relación.
Es lugar común, y podemos verlo hasta en la televisión, que cuando una mujer quiere
coaccionar a su pareja, le amenaza diciendo: "ya sabes, o tal o cual cosa, o te
tendrás que apañar con el cinco contra uno". Un castigo, una humillación, una
derrota.
Mariano Arnal
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