INDECENCIA
A este mismo grupo léxico pertenecen decencia, decoro, decorar, indecoroso. Es su
tronco común el verbo decet, decere, decuit. Impersonal. Adelanto que este dato es
importante. La acción de los verbos impersonales está fuera de la voluntad de las
personas; no son ellas las que activan el verbo. Para un romano el decoro o la decencia
estaban por encima de la voluntad. En tema de valoración de conducta las cosas son como
son, sin que puedan ser de otra manera. Este entiendo que es el sentido de la
impersonalidad del verbo. No ocurre lo mismo en griego. Donde los romanos dicen decet,
los griegos dicen prepei (prépei);
se trata de un verbo que se usaba y se siguió usando con el significado de distinguirse,
hacerse notar, antes de pasar al valor impersonal de conviene, es oportuno; eso hace
inevitable que este último significado participe en alguna forma del primitivo y
originario.
Decet, decere, decuit significa convenir a, ser conveniente, sentar bien, estar
conforme. Su participio presente es decens, decentis, que sigue manteniendo el
mismo significado; para los romanos decentes eran las cosas convenientes, y eran indecentes
las que no quedaban bien o las que no convenían. Y tratándose de personas, decentes
eran las que se comportaban de manera decorosa, apropiada e incluso altamente
positiva y bella, mientras que llamaban indecentes a los que se comportaban de
forma inadecuada (no de forma escandalosa). Aunque para estas conductas, tanto las
positivas como las negativas, preferían los términos decus, dedecus, decorus,
indecorus, cuyo valor conocemos en español gracias a los cultismos decoro, decoroso,
indecoroso (recordemos, para entender el predominio en este grupo de lo positivo, lo
conveniente, lo bien parecido, que de ahí hemos obtenido decorar). Los adjetivos decens
e indecens, y los sustantivos decentia e indecentia, aunque
existen en latín, los desestiman la mayoría de autores clásicos, y sólo se incrementan
su uso y su fuerza en el bajo latín. Donde nosotros decimos decente, los romanos decían
decoroso; y lo que nosotros calificamos de indecente, ellos lo califican de indecoroso.
Más aún, tal como entre los opuestos decoroso / indecoroso el término dominante es el
positivo, es decir que se usa indecoroso para negar la cualidad de decoroso, en el doblete
decente / indecente ocurre a la inversa: los términos dominantes son indecente e
indecencia, de manera que en la práctica, decente y decencia se usan para negar que se es
indecente o que se incurre en indecencia. Y una última observación sobre la indecencia:
es evidente que respecto a la falta de decoro es mucho más intensa, lo que es un reflejo
de que el cristianismo, para bien o para mal (no se debe juzgar a la ligera) cargó las
tintas en lo que se refiere a la calificación moral e incluso estética de la conducta en
general, y de la conducta sexual en particular. Porque no olvidemos que los términos
decente / indecente se han especializado en lo sexual. Un vestido decente, un espectáculo
decente, y especialmente una mujer decente se dice con la intención de negar su
indecencia. Quizás fue necesario ese rígido control de la moral sexual para frenar la
reproducción. Al estar hoy notablemente desvinculados sexo y reproducción, ha decaído
el uso de los términos decente e indecente.
Mariano Arnal
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