Del latín honor (plural honores), procede nuestra palabra y nuestro
concepto de honor, una palabra que no ha experimentado variación ni en la forma ni en el
contenido. Ya en latín se bifurca el significado en plural, de manera que honores (rendir
honores, tributar honores) corresponde a la forma ritualizada del honor. Precisamente este
plural ritualizado induce a pensar que el honor (palabra de cuyo origen no tenemos pistas)
debió ser el conjunto de actos de culto, reverencia y consideración que se tributaba a
los dioses y a los superiores. Se trata de un sustantivo activo, relacionado con el verbo
honrar. Y el adjetivo honrado, a pesar de ser participio perfecto pasivo, más bien tiene
valor activo, a juzgar por las huellas que ha dejado. Así, parece que honrado es más
bien el que da el honor que el que lo recibe. Del cumplimiento del precepto que dice
"honrarás padre y madre", es el hijo que honra a su padre y a su madre, el que
les respeta como es debido, quien resulta ser por ello una persona honrada. Afirmar de
alguien que es honrado, es como ocurría en el caso de decente, que sólo se afirma de
quien está bajo sospecha de no serlo. Si la honradez es una virtud, es porque es activa,
porque aquel de quien se predica, la practica. El latín tiene además del verbo honorare,
que significa honrar, rendir honores, ¡y también pagar! (de ahí los honorarios), el
verbo honestare, que significa igualmente honrar y además adornar, embellecer,
hermosear. En la órbita de honorare están tanto honor y honoratus como
honestus, honestas y honéstitas. La honestas es el honor y
consideración que uno recibe, mientras la honéstitas es el decoro con que uno se
comporta. En vez de esta palabra, los romanos preferían usar honestum, el neutro
sustantivado del adjetivo honestus, a um.
La forma negativa es especialmente dura. Implica un comportamiento agresivo. En latín
ni el verbo honorare ni sus sustantivos y adjetivos admiten la transformación en
negativo. Es que de hecho es tan absurdo como formar el verbo desadorar o descultivar.
Pero el caso es que tenemos en español deshonrar, deshonra (no en cambio deshonrado como
contrario del adjetivo honrado), deshonestidad y deshonesto. Deshonrar lo define el
diccionario de R.J. Domínguez, como Quitar la honra, infamar. // Escarnecer y
despreciar a otro con ademanes, palabras y acciones ofensivas, indecorosas, indecentes. =
Desflorar, violentar, forzar o conocer torpemente a una mujer de buena opinión; violar,
profanar, atropellar el pudor, etc. // Seducir, corromper. Es una peculiaridad
de nuestras lenguas este género de deshonra relacionada con la integridad sexual de la
mujer. Es singular que la honra, un concepto que llegó a alcanzar tanta relevancia en la
Edad Media, acabase significando para la mujer exclusivamente su comportamiento sexual. Es
difícil entender que esto sea así si no fuese porque el hombre bajo cuyo poder estaba la
mujer, el padre o el marido, se sentía también él profundamente deshonrado cuando
burlando sus derechos alguien se atrevía a atacar aquello que más apreciaban en ella.
Porque las tremendas venganzas que movían por vengar la deshonra de sus mujeres, más
tenían que ver con ellos mismos que con ellas.