LUSTRAR
Es sorprendente lo que da de sí el concepto de lustrar. Desde el lustro hasta el
lustre. En el término catarsis (ver web)
se ve claro que la necesidad de limpieza del espíritu lleva a
unas prácticas purificadoras. Pero con ser importante la eficacia purificadora de la
tragedia, no es nada comparada con la purificación que proviene de los ritos. Ahí sí
que tenemos todo un mundo de catarsis.
En el cristianismo se ha llamado "aguas lustrales" a las aguas del bautismo
(es una terminología pagana que no hizo fortuna). Procede esta denominación del Dies
lustricius, quia his lustrantur atque nomina imponuntur (día lustricio porque
en él son lavados-purificados y se les imponen los nombres); se trata del ritual romano
del "bautizo". Así se llamaba porque se sometía al niño (y también a la
madre) a una ceremonia de lustración; curiosamente en griego a esa ceremonia se la llama baptisma (báptisma). La partera (oficio
sacralizado), con el niño en brazos, daba tres vueltas alrededor de una hoguera, para
simbolizar que el niño era admitido a la familia (su símbolo y nexo de unión, el hogar
= el fuego) y se le confiaba a los dioses lares. Pero el nombre de la ceremonia se lo daba
el rito de aspersión de la criatura, con lo que quedaba limpia. Para completar la fiesta
se celebraba un banquete y los amigos de la familia ofrecían regalos. Si el neonato era
varón, se celebraba el ritual el noveno día después del nacimiento y se colgaba a la
puerta de la casa una guirnalda de olivo. Si era hembra, se celebraba el día octavo y se
colgaba a la puerta una madeja de lana. Esta no era más que la primera lustración de los
que nacían romanos. La religión les exigía periódicas lustraciones.
Lustro, lustrare, procedente al parecer de luo, luere,
significa lavar, purificar, expiar (lavar) una culpa. El verbo lustrare
tiene especialmente un significado ritual y significa "purificar por medio de un
sacrificio expiatorio". Y es precisamente la sangre de la víctima la que tiene el
poder de lavar las culpas. Las lustraciones se realizan por medio del azufre, la sangre y
el agua, que se vierten en torno a aquel o aquello que debe ser purificado. Por la forma
minuciosa de recorrido reiterado en torno al purificando, lustrare
significó también recorrer, revisar, inspeccionar. Y ya cuando se usa con luce,
lúmine, etc. acaba de dar un vuelco el significado: sol omnia lustrans, el sol
que todo lo ilumina (aunque no está ausente la idea de purificación y embellecimiento).
A través de la derivación hemos llegado a palabras y a conceptos tan diversos como el lustro,
que es una medida de tiempo de cinco años porque finalmente s estableció con esta
periodicidad la gran ceremonia lustral que implicaba además la realización de un nuevo
censo y el pago de un impuesto. Lustros se llamaron también los alquileres quinquenales
de las propiedades públicas hechos por los censores, y los Juegos Capitolinos, que se
celebraban cada cinco años. La lustración más solemne que se hacía periódicamente
eran los saecularis ludi, que se celebraban para entrar purificados en el nuevo
siglo. Eran unas celebraciones de origen sabino y etrusco que adoptaron un ritual griego,
y que se transformarían luego en los juegos seculares.
Mariano
Arnal
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