CARROÑERO
A través del italiano carogna, hemos llegado al español carroña. El
recorrido fue pasando por el latín vulgar carónea, que significa "carne
podrida". Esta palabra la tenemos documentada desde 1601, es por tanto relativamente
moderna. Quizá la preexistencia de la palabra roña hiciese posible la introducción de
carroña, afín tanto por su estructura fonética como semántica. Se llama roña a la
sarna y a la suciedad fuertemente adherida al cuerpo; y a partir de ahí, a todo lo que
tiene aspecto sucio, viejo o miserable. El adjetivo carroño significa podrido,
corrompido. Y el verbo carroñar significa causar roña o llenar de roña al ganado lanar.
Se apunta a la posibilidad de que carwneia (jaróneia), que significa "gruta infectada de vapores
pestilentes", pudiera influir en la formación de la palabra italiana que dio lugar a
carroña. Queda en pie de todos modos que es un derivado de caro, carnis, pasando
por el diminutivo carúncula (trozo de carne), que pudo dar lugar al bajo latín carónea.
Un producto alimentario de todos modos.
Carroñero es el animal que se alimenta de carroña, de carne que no ha
matado. Refiriéndonos al hombre, que es el que nos interesa, parece razonable colocar al
carroñero entre el cazador y el ganadero. Es propio del cazador pasarse a carroñero
cuando escasea la caza, conformarse con lo que encuentre, y no importa en qué estado
(carne dura, enferma y en estado de putrefacción), cuando arrecia el hambre. ¿Dónde
corresponde colocar al enterrador en esta secuencia? El hombre no está solo entre los
animales que se alimentan de su propia carne, especialmente la recién nacida. Hay hembras
que al comerse su propia placenta se comen también las crías malformadas, y si son
primerizas, parece que no distinguen demasiado bien entre lo que es comestible y lo que
no. Las hay que han de defender a las crías de la voracidad de los machos. La expresión
"lágrimas de cocodrilo" nace de la creencia de que este animal, cuyas crías se
refugian en su boca, llora después de habérselas comido. Es razonable pensar que los
animales que no le hacen ascos a su propia carne, opten por devorar a los individuos que
"mueren en la cama"; de lo contrario tienen que soportar "en casa" la
presencia de carroñeros que pueden perturbar su paz. El problema de cómo deshacerse de
los cadáveres sólo tiene sentido cuando se vive prácticamente encerrado en un
asentamiento reducido, y cuando se va a morir justamente a la guarida.
Para explicar los enterramientos parece necesario partir de dos hipótesis: primera la
del sedentarismo (el nómada pierde a los muertos por el camino; el sedentario los tiene
en casa). Segunda: de que el rito del enterramiento (no olvidemos que con él se
revolucionó la humanidad) no nace de la nada, sino por evolución de anteriores ritos
antropofágicos, de una época en que toda carne humana se consumía, tanto la criada
expresamente para la alimentación, como la que moría "de muerte natural". Es
decir que no se desperdiciaba nada. En la propia especie se cubrían las funciones del
cazador y del carroñero. El cambio de alimentación (posiblemente la sustitución de la
ganadería humana por la ganadería animal) fue el que determinó que los muertos se los
comerían los dioses de los infiernos.
Mariano Arnal
Copyrigth EL
ALMANAQUE todos los derechos reservados.
|