ESPECIAL SALUD Y VACACIONES

 



MEDICINA DEL VIAJERO ¿QUÉ ES ESO?

Muchas son las personas que se sorprenden cuando oyen hablar de la Medicina del Viajero y, gran parte de ellas, no saben a qué se refiere, incluso los que se dedican a cuidar de la salud de todos nosotros: médicos, enfermeras y el resto del personal sanitario. Sin embargo, estoy convencido que en los próximos años la práctica totalidad de los viajeros pasaremos por una consulta de este tipo antes de salir a un viaje.

Sin duda el número de viajeros desde España y otras zonas del mundo –llamémosle- “desarrollado” aumenta,  como también los destinos van cambiando. De hecho, se van ampliando las zonas de turismo y cada día se alcanzan sitios más remotos o exóticos. Actualmente se estima que más de 1.000 millones de personas cruzan anualmente las fronteras en cualquier parte del mundo y la tendencia es que, en este nuevo siglo, el número aumente de forma significativa. Vivimos ahora una época distinta, donde las distancias se han acortado gracias al transporte aéreo y es posible alcanzar cualquier parte del planeta en menos de 24 o 36 horas.

Este fenómeno conlleva que las personas que viajan entren en contacto con otros ecosistemas: personas, animales, clima, plantas, etcétera para el que, en gran parte de los casos necesitan adaptarse y estar adecuadamente preparados. La Medicina del Viajero se ocupa, precisamente, de conseguir que esta adaptación al nuevo ecosistema se realice sin trauma, sin complicaciones, sin enfermar. Es por tanto una Medicina fundamentalmente preventiva, si bien incluye también una parte importante de tratamiento, cuando a pesar de todo sobrevienen las enfermedades después de los viajes.

Pero vayamos a un caso práctico: Una pareja de novios tiene un viaje planificado para pasar dos semanas haciendo un safari en Tanzania y otras dos en una de las playas de Bali, en Indonesia. ¿Qué es lo que pueden necesitar si van a ir con un grupo, todo organizado y a hoteles de lujo?. Sin duda, el viaje será maravilloso y posiblemente lo harán sin demasiadas complicaciones, sin embargo van a estar sometidos a una serie de riesgos que no tenemos en nuestro mundo desarrollado.

En primer lugar van a hacer un largo viaje en avión, posiblemente en la clase turista donde, desafortunadamente, el espacio entre los asientos es mínimo, lo justo para poder acomodar las piernas. Varias horas en la misma posición y con las piernas cruzadas pueden colaborar a desarrollar lo que se ha venido a llamar el “síndrome de la clase turista” que no es más que la formación de una trombosis (coágulos de sangre) en las venas profundas de las piernas. Si bien las personas sanas y jóvenes no suelen tener este tipo de problemas, aquellas con otros factores de riesgo: obesidad, diabetes, tumores, hipertensión,... pueden verse sorprendidos por esta complicación. En el avión, pueden surgir otros problemas derivados del vuelo: el mareo, los cambios de presión y la baja oxigenación, pero en general son más propios de personas con enfermedades pulmonares o del oído, pero que, por otra parte, ¡también viajan!. Así pues, uno de los aspectos iniciales de la Medicina del Viajero son los problemas médicos derivados del transporte para realizar el viaje.

A continuación llegamos al primer destino: Tanzania, país de extraordinaria belleza y que deslumbra a todos los viajeros. El riesgo para los antiguos aventureros y los nativos siempre fueron los “cinco grandes”: elefante, león, rinoceronte, leopardo y búfalo; sin embargo en el momento actual los cinco grandes han pasado a ser microscópicos: malaria, hepatitis, VIH, Escherichia coli y Salmonella typhi. Básicamente el viajero se debe proteger de enfermedades que se transmiten a través del agua y los alimentos (hepatitis A, fiebre tifoidea, cólera, diarrea por E. coli, giardiasis, ciclosporiasis, esquistosomiasis, etcétera), y las que se transmiten a través de la picadura de insectos como moscas, mosquitos y garrapatas principalmente, entre las que se incluyen: malaria, dengue, tifus, tripanosomiasis –enfermedad del sueño-, fiebre amarilla, etcétera. Por ejemplo, el riesgo estimado de adquirir una hepatitis A, enfermedad presente de forma generalizada en España hasta hace tan sólo tres décadas, se estima que es de una persona por cada mil que pasan una semana en un hotel de lujo y cinco de cada mil que lo hacen en alojamientos de peor calidad. Si bien la probabilidad no es muy alta, los problemas derivados de adquirir una hepatitis A, sobretodo un adulto, no son despreciables: reposo en cama u hospital, fiebre, debilidad durante y después de la enfermedad, baja laboral, etcétera. Pues bien, para prevenir esta infección disponemos desde hace algunos años de una vacuna extraordinariamente eficaz y que posiblemente, tras la administración de dos dosis protege a prácticamente el 100 % de los sujetos durante 10 años y posiblemente durante toda la vida. Es claro que merece la pena viajar bien preparado y evitar complicaciones indeseables.

La malaria o paludismo es una infección parasitaria que está ampliamente distribuida en los países del tercer mundo, se transmite por la picadura de mosquitos y puede provocar una grave enfermedad. 
El riesgo de que a uno le piquen los mosquitos de la malaria en un viaje a Tanzania es altísimo, por muchas medidas antimosquito que  se apliquen, de tal forma que no es conveniente, y en cualquier caso sería una temeridad viajar a un destino de África subsahariana sin una adecuada información sobre el riesgo de paludismo en el destino y las posibilidades de tomar un tratamiento profiláctico. 
Muchos viajeros experimentados, han tomado previamente las “pastillas” para prevenir la malaria y, en los siguientes viajes, han decidido “pasar” de ellas por mala tolerancia, incomodidad o cualquier otra razón.
Sin embargo, desde el punto de vista médico, el riesgo de malaria es igual para un experimentado aventurero que para el turista habitual que visita África por primera vez, los mosquitos no entienden de experiencia y si uno no se protege adecuadamente es subsidiario de enfermar. La clave es buscar el tratamiento más adecuado para cada persona y conseguir que lo pueda tomar durante el todo el tiempo necesario. 
Enseguida nos surge la pregunta: ¿y qué pasa con los nativos, es que no tienen riesgo de malaria?. Sin duda son los nativos los que más padecen esta enfermedad, siendo los niños menores de cinco años y las mujeres embarazadas los que tienen mayores complicaciones. Los adultos desarrollan cierto grado de inmunidad (defensas) de tal forma que un episodio de malaria no tiene la gravedad que puede tener en un viajero.  

Pero salgamos de África por un momento y vayámonos a Bali, destino exótico donde los haya, pero tradicionalmente muy turístico. La mayoría de los viajeros que han estado en Bali no han tenido mayores complicaciones durante el viaje, habiendo disfrutado al máximo de sus playas y buen clima. Si bien en las playas de Bali no hay malaria otros riesgos pueden surgir, y pondré algunos ejemplos. El agua del grifo no se debe beber y las frutas, verduras y otros manjares no cocinados o pelados deben evitarse. Sin embargo es bien sabido que la mayoría de los viajeros no pueden evitar comer las delicias de la cocina local y olvidan durante su estancia las normas básicas sobre el consumo de comidas y bebidas; ¡quién no sea culpable que tire la primera piedra...!. Indonesia es uno de los países con mayor incidencia de fiebre tifoidea. Esta enfermedad, que solo afecta a los humanos, se transmite por la vía oral, tras la toma de alimentos contaminados. Bastaría que un cocinero u otro manipulador de alimentos, incluso en el más lujoso hotel, contaminara con sus manos una ensalada para que el viajero tenga riesgo de adquirir la enfermedad. Afortunadamente disponemos de dos tipos de vacuna para prevenir la fiebre tifoidea que, aun no siendo tan eficaces como la de la hepatitis A, reducen sustancialmente el riesgo de infección. Todos los viajeros a Indonesia y, en general, al sudeste asiático, se pueden beneficiar de esta vacunación. 

Si bien ir correctamente vacunado y con medicación es un seguro para disfrutar del viaje, no debe darnos “patente de corso” para olvidar las normas básicas de higiene y prevención de picaduras.

Finalmente quisiera apuntar una nota, tal vez no para la hipotética pareja en viaje de novios, pero sí para otros muchos viajeros que durante su viaje mantienen relaciones sexuales con otros viajeros o nativos del país de destino. Es un hecho bien conocido que el número de contactos sexuales aumenta en los viajes, y en muchos casos con personas totalmente desconocidas. Las enfermedades de transmisión sexual: sífilis, gonorrea, sida, chancro blando, hepatitis B, etcétera tienen una elevada frecuencia en muchos de los destinos turísticos más de moda. Si bien la mayor parte de las personas desconocen que padecen estas infecciones, pueden ser transmisores muy eficaces. Los viajeros deben conocer que estos riesgos existen y tomar las medidas necesarias para evitarlas: vacunarse por ejemplo de la hepatitis B y emplear métodos de barrera para evitar el resto de las infecciones.  

INFORMACION DE OPEN NEWS  Coordina: José Buitrago Prieto

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