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REPORTAJES |
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Calas rocosas,
escondidas entre la maleza, nos avisan, al vislumbrar el alto de
Jaizkibel desde el mar, de la cercanía de un paraje único. El
faro de Híguer saluda mientras Hondarribia va apareciendo a proa,
y a estribor vemos cómo se pierde el puerto de Pasaia. Desde este
punto, Pasaia resulta inconfundible; un sinfín de grandes buques
espera pacientemente su turno para poder atracar. Mirando hacia
delante, de entre una multitud de casitas bajas, emerge la
parroquia de la Asunción y el Manzano con actitud altiva, es la
comarca del Bidasoa. Pero no siempre es posible arribar hasta la
bahía de Txingudi por mar, no siempre se tiene esa suerte. Si
debemos llegar por tierra, hay una carretera que nos muestra toda
la belleza de la zona. Tomando como punto de partida la capital
guipuzcoana, hay que salir cruzando el barrio de Gros, hacia la
N-1 en dirección Irún. A los pocos metros hay que desviarse
hacia la izquierda para poder llegar a Pasai San Pedro.
Continuamos hasta toparnos con la bocana del puerto en donde se
puede admirar una preciosa vista de Pasai Donibane que se
encuentra al otro lado del canal de entrada y hasta donde podremos
cruzar en bote. Para proseguir la ruta hay que retomar la N-1
hasta encontrar la desviación a Lezo, donde se puede visitar la
Iglesia de San Juan Bautista y contemplar su fabuloso retablo
mayor. Desde aquí podemos continuar hasta el centro de Pasai
Donibane. Caminando por la calle San Juan o desde la plaza de
Santiago podemos disfrutar de uno de los mejores conjuntos de
casas populares de pescadores que se conservan en Euskadi.
Encontraremos, también, otra Iglesia de San Juan Bautista, la
casa donde vivió el literato francés Víctor Hugo, el Palacio de
Villaviciosa o la Casa Palacio del Almirante Arizabalo. Desde
Pasai Donibane se regresa a Lezo (recorremos a la inversa el
trayecto realizado) para encarar la ascensión de Jaizkibel, una mítica
montaña que tuvo un enorme valor defensivo por sus privilegiadas
vistas sobre el mar, y que hoy en día es famosa por la dureza de
sus rampas en cualquier carrera ciclista. En el descenso se puede
visitar el Santuario de nuestra Señora de Guadalupe (Ama
Guadalupekoa), precioso templo de estilo marinero que despierta la
devoción de los 'arrantzales' de Hondarribia, que son también
conocidos como 'vikingos'. Y es que siguiendo la carretera, a
pocos kilómetros, nos topamos con Hondarribia, una población
pesquera que tiene un importante valor turístico. El mayor interés
se concentra en el Casco Antiguo, que aún conserva sus murallas.
En su parte más alta, en la plaza de Armas, un pétreo castillo
alberga el Parador de Carlos V. A sus puertas todavía hoy se
celebra, cada 8 de septiembre, el tradicional Alarde que conmemora
la victoria sobre los franceses en el siglo XVII. Muy cerca se
levanta la Parroquia de la Asunción y el Manzano, diversas casas
señoriales y palacios, la Casa Consistorial y la Puerta de Santa
María con el escudo de armas de la ciudad. El Barrio de la Marina
tiene también un gran colorido y un ambiente más popular. En la
calle San Pedro se puede tomar un aperitivo en una de sus
innumerables terrazas o comprar pescado recién traído del mar. |