Svalbard,
la última frontera del ser humano
Vivir en Longyearbyen se convierte cada día en una aventura y morirse
está prohibido al conservarse los cadáveres intactos por el frío
Longyearbyen es un destino perfecto para disfrutar del espectáculo de
las auroras boreales
No hay poblaciones habitadas por personas más allá de Longyearbyen, la
única ciudad del archipiélago de Svalbard. Este grupo de islas noruegas
se sitúa a escasos 1.100 kilómetros del Polo Norte geográfico y entraña
la última frontera del ser humano.
Vivir aquí se convierte cada día en una aventura y morirse está
prohibido al conservarse los cadáveres intactos por el frío. Su
población, de apenas 2.000 habitantes, acoge más de 40 nacionalidades y
todas las religiones representadas. Nos aproximamos al arca de Noé del
siglo XXI.
Esta idea se afianza todavía más al saber de la existencia de un lugar
donde en las inmediaciones de Longyearbyen donde se guardan semillas de
todas las plantas que existen. Fue una idea que surgió en la Guerra
Fría, aún muy presente a día de hoy con asentamientos soviéticos como
Pyramiden abandonados a escasas horas en barco.
Para que la gente no se volviese loca en su día se estableció un límite
de 25 cervezas mensuales por habitante que todavía se mantiene. ¡Tienes
que presentar tu cartilla en el supermercado para llevarte alcohol!
Pero Longyearbyen es mucho más que historia, es el presente del cambio
climático. Los ancianos del lugar nunca habían visto la zona tan
descongelada como ahora. El glaciar que antes hostigaba a la población
ahora ha menguado hasta puntos impensables hace 20 años.
Escalarlo ya no es la misión imposible de antaño porque las condiciones
climatológicas ya no son tan extremas como antes. En la cumbre de
Trollstein, sin ir más lejos, los lugareños se ríen de los -15 grados
que soportamos. La primera vez que alguno de ellos la ascendió confiesan
que harían esa misma época del año –mediado de octubre– casi 40 grados
bajo cero.
Longyearbyen también es un destino perfecto para disfrutar de las
auroras boreales, que cada noche pueden ser cazadas por cualquier
visitante. También presentan una estampa insólita con todo el mundo
equipado con rifles para ahuyentar a los osos polares que, de vez en
cuando, aparecen para crear un poco de caos en el pueblo.
“No son los seres amigables que la televisión nos ha vendido”, nos
avisan los guías sobre los osos polares y razón no les faltan. No hace
mucho murieron varias personas que iban en grupo por el ataque de uno de
ellos. Desde entonces, todos con rifle, por seguridad.
De la vieja ciudad minera que fue el orgullo de Noruega poco o nada
queda. Sólo queda una mina abierta y el resto de lugares relacionados
acogen a día de hoy los albergues de los jóvenes erasmus que vienen a
visitar este lugar único en el mundo.
Viajes en barco, ciudades abandonadas, perros únicos, jacuzzi en la
nieve y bicicletas eléctricas nos esperan en esta aventura. ¿Te apuntas?
¿Qué hacer?
• AURORAS BOREALES
Estando en la latitud en la que estamos no puedes dejar de ir a visitar
las auroras boreales. Cada noche se presenta la oportunidad de disfrutar
de este espectáculo de la naturaleza y nosotros acudimos a diversas
agencias locales para probar las oportunidades que se nos presentaron.
El Camp Barentz, a las afueras de Longyearbyen, es el mejor lugar para
coger algunas de las mejores instantáneas con el cielo verde. Nosotros
disfrutamos un día con la expedición de Hurtigruten Svalbard. Tenemos
que decir que la atención presentada fue magnífica, que disfrutamos de
una cena típica con sopa y fogata típica en una cabaña nórdica que te
encantará.
Disfrutamos tanto de la cena y del ambiente que se nos echó el tiempo
encima con las auroras boreales y sólo pudimos contemplarlas durante 15
minutos.
No conformes con disfrutar un día de las auroras, otro día nos lanzamos
a la aventura con la compañía Polar Permaculture. Esta expedición
también se acerca al Camp Barentz y se sitúa entre dos montañas a un
lado de la carretera a la espera de la ansiada aurora.
Las prestaciones son estándar al ofrecerte cena a bordo y bebidas,
aunque con ellos las auroras fueron más benévolas y pudimos hacer buenas
fotografías.
• CRUCERO
En Longyearbyen no todo son auroras. Hay que explorar la zona y para
ello recurrimos a nuestros amigos de Arctic Expedition.
Con ellos nos embarcamos en el Strønstad, un ferry construido en 1955
que ahora se ha reformado como un pequeño código de barras de
expedición, desde Longyearbyen a Billefjord para aprender sobre la
historia, los glaciares y la vida silvestre de Svalbard.
El barco cuenta con sauna y jacuzzi en la cubierta, mientras disfruta de
la naturaleza de Svalbard. Aprenderá más sobre la historia de la famosa
casa sueca, Svenskhuset, antes de pasar a uno de los tesoros de
Spitsbergen: Skansbukta.
Posteriormente se hará otra parada sobre las 12.30h en Pyramiden, la
ciudad fantasma de Svalbard, una antigua comunidad minera rusa
abandonada en 1998. Se hará un pequeño tour guiado de 2 horas por los
edificios antiguos.
Esta pequeña ciudad del Ártico fue una vez el escaparate comunista de
los soviéticos hacia el oeste. A día de hoy toda la ciudad es un gran
museo al aire libre donde se puede ver cómo vivía la gente en el pueblo.
Pero con precaución porque hay osos polares.
• HIKING
Después de hacernos amigos del medio acuático, teníamos que hacernos
también dueños de la tierra o el hielo, según se mire. Por ese motivo
decidimos contactar con la compañía 57 Hours, pues teníamos muchas ganas
de subir hasta el punto más alto del arquipiélago: la montaña de
Trollsteinen, a través de Svalbard Wildlife Expeditions, una aventura de
1.000 metros de desnivel y apta para los más aventureros.
57 Hours es una empresa especializada en deportes extremos creada por un
equipo de viajeros intrépidos, escaladores, esquiadores y deportistas en
general. Su portal web permite a los aventureros explorar nuevos
destinos y descubrir nuevas actividades por todo el mundo con la
experiencia y el conocimiento de un guía avanzado: escalada en roca o en
hielo, montañismo, senderismo, esquí de travesía, etc.
Tuvimos dos guías durante el hiking que nos ayudaron durante todo el
complicado trayecto y nos explicaron con pelos y señales lo que es vivir
una mini-ascensión a una de las cumbres más complicadas. Te puedes
ahorrar subir al Everest, esto convalida.
Durante el senderismo hasta la «Roca del Troll», los guías nos contaron
que según la leyenda uno de estos seres no tuvo mejor idea que salir de
su cueva a explorar, sin darse cuenta de que el amanecer le pillaría en
medio de su excursión, por lo que el sol le movió en roca. Disfrutaremos
de interesantes paisajes glaciares antes de comenzar nuestro ascenso a
la cumbre de la montaña de Trollsteinen.
• TRINEOS DE PERROS
Ya que íbamos de extremo en extremo, qué mejor manera de seguir
conociendo nuestro entorno con los perros siberianos de Basecamp
Explorer a través de la compañía española Noruega Tours, una “boutique
de viajes" especializada en este país nórdico cuyo objetivo principal es
la organización del viaje a medida, ofreciendo un servicio completo y
personalizado al turista.
Rhiannon Pritchard y todo su equipo nos ofrecieron una experiencia única
con seis perros tirando de carrozas con ruedas de nosotros en la
carretera. Nos contaron cómo los cuidaban, cómo era su día a día, qué
condiciones y jornada de trabajo tenían, etc. hasta que nos dieron las
pautas de cómo coger a nuestros perros sin hacerles daño, cómo ponerles
el arnés, y obviamente saber cómo controlar el trineo ya que no es tan
fácil como parece.
Una vez amarrados los seis huskies, todos empezaron a saltar por sí
solos, a aullar y empujar del trineo, por lo que teníamos que mantener
el freno puesto todo el tiempo. Es increíble la fuerza y el carácter que
poseen estos animales para aguantar a unos 30 km/h un trayecto de varios
kilómetros.
Ya finalizado el paseo, volvimos al hogar de los perros para dejarles en
sus casetas correspondiente para que descansaran. Los huskies estaban ya
mucho más tranquilos y pudimos jugar con ellos sin que se pusieran
nerviosos. En definitiva, una experiencia muy recomendable.
• BICIS ELÉCTRICAS
Otra actividad con movimiento y punch es el tour en bicicletas
eléctricas para conocer un sinfín lugares de interés en Longyearbyen. El
recorrido comienza en la universidad y subes con ellas hasta la mina y
luego te marchas al puerto.
Las fotografías son espectaculares y usar la cámara GoPro es más que
recomendable en esta actividad fomentada por los ya mencionados de
Hurtigruten Svalbard.
• MUSEO DE LA EXPEDICIÓN AL POLO NORTE
Un lugar dedicado a las grandes expediciones polares desde el inicio de
todo con la expedición del marino holandés Willem Barents, quien en el
siglo XVI fue el primero en mostrar un interés mas que manifiesto en
conocer la zona hasta su muerte en 1597.
• SVALBARD BRYGGERI
Como ingrediente especial te diremos que se trata de la fábrica de
cervezas más al norte del mundo y solo abren los viernes al público. Eso
sí encontrarás cervezas de todo tipo como IPA, negra o tostadas. Una
visita muy agradable.
¿Dónde dormir?
Longyearbyen tiene dos caras: la del lujo hotelero y la de los que van a
sobrevivir como pueden. Nosotros vivimos las dos caras y la verdad es
que es recomendable la experiencia por los grandes contrastes y por
saber cómo vivían antiguamente los mineros que acudieron a esta tierra
de pioneros.
El Radisson Blu Polar Hotel representa ese lujo, dentro de la medida de
lo posible, en la isla de Svalbard. Un hotel de máximas garantías con
camas y habitaciones amplias, pero con unas instalaciones que brillan
con luz propia como su restaurante –no dejes de desayunar allí porque es
increíble–, el pub más animado de la ciudad o el brutal spa que incluye
un jacuzzi climatizado al aire libre con vistas a la bahía.
Una joya en la que nos quedamos un par de días y que es muy recomendable
para recuperarte después de largas jornadas de excursiones. Por cierto,
el centro está al lado y te entrarán muchas ganas de salir a hacer
compras polares.
El Gjestehuset 102 contrasta por completo con lo anteriormente
mencionado. Un hostal en toda regla con cocina comunitaria, duchas
comunitarias y habitaciones de dos en dos personas. El lugar donde hace
medio siglo vivían los mineros y que se mantiene intacto en su esencia,
pero modernizado conforme a los tiempos ofreciendo Wifi, buenos
servicios y conexiones con la ciudad.
Por cierto, ten en cuenta que está un poco alejado del barullo de
Longyearbyen, pero es precioso al amanecer. Digamos que está en un
barrio universitario que te permite disfrutar de un contraste divertido.
Jesús Buitrago
Periodista apasionado de los viajes, con miles de kilómetros de
experiencia a sus espaldas tras recorrerse los 5 continentes y más de
100 países.
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