CÁRNICAS JOSELITO

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CÁRNICAS JOSELITO


JOSELITO fue fundada hace más de 100 años por D. Eugenio Gómez. 

A través de los años, el esfuerzo continuado de varias generaciones se ve recompensado con lo que hoy es CARNICAS JOSELITO S.A., una empresa familiar que cuenta con su ganadería, fincas propias, fabrica de embutido, secaderos y bodega de jamones. Adaptándose y evolucionando con los tiempos, JOSELITO ha conservado escrupulosamente los métodos tradicionales de elaboración. Esta es la bandera de JOSELITO: tradición, artesanía y materias primas cien por cien naturales, tres argumentos que JOSELITO ha defendido siempre y que hoy se traducen en una palabra: calidad.

Nuestros cerdos, nacidos y criados en el campo, se desarrollarán en la dehesa hasta su completa madurez física, y coincidiendo con el otoño comenzarán a engordar alimentándose únicamente de bellotas y hierbas, siendo este tipo de alimentación y el cuidadoso proceso de elaboración y curación posterior, lo que dará a los productos JOSELITO su aroma y bouquet característicos. 

La experiencia acumulada, el saber hacer transmitido de generación en generación y sobre todo el esfuerzo constante por mejorar día a día, nos permite ofrecer unos productos exquisitos, codiciados por los gourmets. 

Toda una labor que finalmente se ve recompensada campaña tras campaña cuando podemos ver nuestros productos orgullosamente ofrecidos y expuestos en las mejores tiendas especializadas y en la alta restauración de nuestro país y del extranjero. 

EL CERDO, LA MONTANERA Y LA DEHESA 

La dehesa, el ámbito geográfico en el que viven y se desarrollan nuestros cerdos ibéricos, es un ecosistema que da lugar a un peculiar sistema de explotación basado en la interdependencia absoluta del animal con el medio que le rodea. 

Sin la existencia de la dehesa sería imposible la obtención de los productos ibéricos de bellota de la calidad que ofrece JOSELITO ya que no podríamos entender, entre otras cosas, el fenómeno de la montanera, “aprovechamiento por el cerdo de la bellota”, base de su regimen alimenticio, que se completará con hierba y otros frutos de la dehesa y que conferirá a las carnes del animal la infiltración grasa adecuada y su aroma característico. 

Junto a este régimen alimenticio de cebo en libertad, es importante tener en cuenta el ejercicio que el animal realiza durante ese periodo, ejercicio que afinará sus carnes y concentrará su aroma. Por esta razón, es fundamental el hecho de que nuestros animales lleguen a la montanera una vez alcanzada la madurez y completamente desarrollados, no solo porque así aprovechará de forma óptima la grasa vegetal aportada por la bellota sino porque en la montanera el animal está en libertad y debe defenderse sin complicaciones en el medio natural que en ocasiones puede resultar hostil (terreno, climatología...) 
Nuestros cerdos ibéricos, criados de la forma tradicional, se alimentan de forma natural, consumiendo bellotas que encuentra en la dehesa durante los últimos meses de su vida. Las bellotas, fruto del Quercus Ilex (encina) son ricas en grasas, destacando entre ellas el ácido oleico. Estudios recientes confirman la riqueza de la grasa del cerdo ibérico en ácido oleico siendo más pobre en ácidos grasos saturados (grasas perjudiciales para la salud) por lo cual se puede afirmar que el consumo de los productos derivados del cerdo ibérico de bellotas nos confiere las propiedades beneficiosas de esta grasa (ácidos grasos insaturados), componente fundamental de la dieta mediterránea, agente protector contra la arteroesclerosis y reductor del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. 

EL JAMON IBERICO DE BELLOTA JOSELITO GRAN RESERVA Y LA SALUD


Algunos estudios recientes han demostrado que la composición de todas aquellas grasas que ingerimos influye de manera notable en la composición de las grasas que nuestros organismos acumulan.  
Nuestros cerdos ibéricos, alimentados con las hierbas, las plantas aromáticas y las bellotas que encuentran en las dehesas, acumulan a su vez la grasa que les proporcionan estas bellotas, ricas en ácido oleico, haciendo que tras varios meses alimentándose de este peculiar fruto de la encina y el alcornoque, nuestros animales presenten una grasa con una alta composición de ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico). El ácido oleico, el más representativo de los monoinsaturados, se encuentra también en grandes concentraciones en el aceite de oliva, ingrediente esencial de nuestra saludable dieta mediterránea; de este modo, las ventajas de su consumo también nos vienen dadas por el consumo de los productos ibéricos de bellota. 
Estos ácidos grasos monoinsaturados, a diferencia de los saturados, son más conocidos como "colesterol bueno", cuyos beneficios más conocidos son tener un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y dotarnos de un agente protector contra la arteriosclerosis. 
De este modo, podemos decir que el consumo del jamón ibérico de bellota nos confiere las beneficiosas propiedades de su grasa y los convierte en una gran especialidad de la dieta mediterránea. 

EL JAMÓN IBERICO DE BELLOTA JOSELITO GRAN RESERVA

Tras pasar unos días cubiertos con sal marina, los jamones pasan a los secaderos naturales más altos, donde seguirán un proceso de curación durante varios meses, desde el invierno hasta el final del otoño. 

En este momento pasan a las silenciosas bodegas y allí a temperatura constante, finalizan el proceso de curación, se afinan y se desprenden sus aromas, estando listos para su consumo nunca antes de 24 meses después de iniciado el proceso. 

Este proceso de curación únicamente comparable al de la elaboración de los grandes vinos, que hacen del jamón ibérico de bellota “JOSELITO GRAN RESERVA”, un manjar digno de la mejor mesa. 

EL LOMO IBÉRICO DE BELLOTA ENLATADO 

Una vez adobado con pimentón, sal y ajo, es embuchado trabajosamente en tripa natural, pasando posteriormente por las chimeneas y finalmente esperar colgado en los secaderos su óptima curación hasta el momento de ser enlatado. 

EL CHORIZO Y EL SALCHICHÓN IBÉRICOS DE BELLOTA 

Las carnes son escogidas a cuchillo para ser adobadas y embuchadas en las tradicionales tripas culares. Una vez pasados por el amor de la lumbre en una campana, son subidos a los secaderos hasta que la primavera nos permite asegurar que se trata de un producto único.



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