SANTORAL - ONOMÁSTICA

LA CRISTIANIZACIÓN DEL NOMBRE

Los dos primeros capítulos del Génesis están dedicados a la creación, y como si formase parte inseparable de ella, la gran obra de la denominación de "todos los animales domésticos y los salvajes, y de todas las aves". ¿Y para qué? Por lo visto, para averiguar si entre ellos había alguno que pudiera ayudarle y ser su afín y su complemento: 20. Así pues, el hombre dio nombre a todas las aves y a todos los animales domésticos y salvajes; pero no encontró quien pudiera ser su compañero y ayudarle. Es que el hombre nunca hubiese podido llegar a tal conclusión ni a ningún otro razonamiento, si no trasladaba previamente al nombre los caracteres y virtudes de cada animal; puesto que por sí mismos no eran más que imágenes sensibles dispersas, cuya esencia sólo en el nombre podía contenerse. Es que la vida, la auténtica vida de cualquier ser tanto animado como inanimado, empieza en el nombre. Antes de alcanzarlo, todo es caos y forma parte indiferenciada del caos. Por eso tan pronto como al recién nacido se le considera definitivamente fuera de la impersonal condición de feto, se le asigna un nombre convirtiéndole en alguien. Y ese alguien está contenido en su nombre completo: con él se le asigna una identidad tribal (por el signo cultural del nombre), una entidad familiar (por la especial elección del nombre entre la totalidad de los válidos para la tribu y por los apellidos); y se le asigna finalmente una identidad personal, relativamente diluida en los dos niveles de identidad colectiva. El nombre, pues, marca tanto a cada persona como al león o al teléfono les marcan sus respectivos nombres. Es que un nombre propio es además de una marca personal, un distintivo de la colectividad a la que cada uno pertenece, y como tal imprime carácter; es decir que caracteriza a ese individuo como miembro de la colectividad cuyos nombres y apellidos lleva. Por eso se comprende tan bien que cada nuevo dueño dedique los más denodados esfuerzos a marcar a aquellos que constituyen su nueva posesión con los nombres que les imprimen el carácter de criaturas del nuevo dominio cultural. Eso es lo que se produce en cada cambio de dominación: la avalancha de nombres de los nuevos dominadores es infinitamente superior al número de éstos: eso se debe a la tendencia natural a subirse al carro de los vencedores. Es la victoria social, que viene reforzada por el funcionariado de la respectiva cultura, representado hoy por los maestros y los medios de comunicación, y ayer por los curas. La Iglesia vigiló en su momento que todos los nombres que se imponían fuesen cristianos: esa fue la mayor locomotora de la cristianización universal. Las celebraciones de exaltación del nombre en las que se implicaban individuos y colectividades, hacían el resto. Fue una sabia táctica que luego han imitado todos cuantos han querido consolidar su dominio político a través de la dominación cultural. Pero si hasta nuestro sin igual Don Quijote tuvo que empezar por elegirse un nombre digno de su gloria y hacer otro tanto con su inefable doña Dulcinea del Toboso y con su heroico Rocinante. Y todo eso en el primer capítulo, como primera gran ocupación, como acto auténtico de nacimiento auténtico. Y lo mismo tuvo que hacer con todo aquello que fue sujeto de sus gloriosas aventuras. Les dio nuevo nombre en que sostener su altísima grandeza. Su fiel escudero siguió en su realidad y en su nombre, porque los grandes nombres estaban reservados a las grandes empresas.

Puedes navegar por los almanaques del mes y por el santo del dia

Búsqueda de santos por Nombres:

A

B- C D - F G - I J - M N - P Q - S T - Z

Búsqueda de santos por meses:

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

Portada | Indice