LÉXICO DE RELIGIÓN

SACRAMENTO

Todos los sacerdocios se inventaron para administrar, ya desde sus inicios, no sólo los sacrificios, sino también los sacramentos: la sacralización de lo que la vida tiene de sagrado. Y para no perdernos, hemos de volver nuevamente la mirada al dios Sancus, del que procede léxicamente toda santidad y quizá toda sacralidad. Éste era el dios de la fiabilidad (Dius Fidius), aquel ante quien tanto la res pública como la res privata tenían que responder de la palabra dada, de los compromisos, y sobre todo de que las diferencias entre conciudadanos o aliados no se dirimirían mediante la violencia, sino civilizadamente. Una de las funciones de este dios fue ser depositario no sólo de los documentos con que se cerraban los pactos, sino también de las fianzas que era preciso depositar para pleitear. Parece que fueron esos depósitos que confiaban los litigantes al templo para ser allí custodiados, lo que primero recibió en Roma el nombre de sacramentum. Es que para un pueblo cuyo modus vivendi eran la rapiña y la extorsión, conseguir que esas prácticas no se extendiesen a los conciudadanos era algo realmente difícil. Tener por tanto un dios de la fiabilidad, que hiciese funcionar la vida por pactos y por arbitrajes, con total renuncia a la violencia y a la rapiña, era absolutamente vital. Y tal como el comportarse de acuerdo con los instintos guerreros lo llamaban virtus, al comportarse como ciudadanos normales lo llamaban sanctitas (santidad); y lo que confiaban al templo para que quedase custodiado mientras se dirimía el juicio, lo llamaron sacramentum. Ese fue el primer significado; todos los demás, hasta llegar al que tiene en su actual contexto religioso, son aspectos evolucionados del mismo.

Qui judicio vicerat, suum sacramentum e sacro auferebat; victi, ad aerarium redibat = El que vencía en un juicio, se llevaba el depósito del templo; el del vencido, revertía en el erario; sacramentum iustum iudicare = juzgar justa una reclamación; justo sacramento contendere = contender por una reclamación justa. He ahí en qué contextos se usaba la palabra sacramentum. Y tal como ocurre con los depósitos, que se convierten en fianzas, es decir en promesas de pago, el sacramentum derivó en promesa, juramento, compromiso. Así llamaron sacramentum al juramento militar o al compromiso que se adquiría al ser alistado: Milites domitianos sacramento apud se dicere iubet = manda que los soldados de Domiciano pronuncien ante él el juramento de fidelidad; y del acto del reclutamiento decían sacramento adigere = ligar mediante juramento. Y se llamó también sacramentum a cualquier género de pacto, compromiso o juramento: non ego perfidum dixi sacramentum = no juré en falso (sinónimo de juramento); dictata iurant sacramenta diis = pronuncian la fórmula de juramento ante los dioses. Es evidente que a lo largo de toda la época clásica no se alejó el sacramentum de estos significados. Siempre subyace en él el compromiso solemne de cumplir los pactos más sagrados. Cuando el cristianismo adopta este término para los sacramentos, profundiza aún más en su significado, y el compromiso liga tanto a Dios con el hombre como al hombre con Dios (y con el prójimo cuando además es un sacramento de relación). Y son los compromisos más importantes de la vida (admisión a la igualdad de todos ante Dios; fidelidad entre los esposos, perdón, comunión...), los que se la Iglesia convierten en sacramentos, porque son el ámbito más sagrado, en el que no debemos fallar.

Mariano Arnal

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