ARTICULOS - RELIGIÓN Y VALORES HUMANOS

EL AMOR DIVINO

Desde el primer momento, pronto hará dos años, hemos atendido las consultas de carácter léxico y otras, que nos han ido haciendo nuestros lectores. Pero al haberse multiplicado éstas recientemente, hemos decidido destinarles un espacio ad hoc (a la medida), para dar una mayor facilidad a las consultas, y sobre todo para que nuestros lectores no tengan la sensación de que nos molestan con sus preguntas, por frecuentes que sean, sino todo lo contrario. Es una gran ayuda para nosotros conocer por dónde andan sus intereses y su curiosidad. Hoy precisamente hemos seleccionado la palabra "mística" a petición de un asiduo y distinguido lector. La teníamos en lista de espera, por ceder el lugar a otras de mayor circulación; y ha sido su consulta la que ha hecho que le diésemos preferencia. Así que ya saben, si están deseando que aparezca alguna palabra en la sección NÓMINA RERUM, o si tienen alguna duda léxica que pueda responderse en unas cuantas líneas, no tienen más que rellenar el formulario que nuestro webmaster ha incluido al efecto, o seguir con el procedimiento del e-mail como venían haciendo. Salvo error o casual omisión, estamos respondiendo a todas las consultas, y vamos a seguir haciéndolo con mucho gusto. Y metiéndonos ya en harina, vamos a abrirle camino a la palabra de hoy. Por poner las cosas claras desde el primer momento, digamos que la más gloriosa conquista del hombre es, sin ningún género de dudas, el amor; y que a él no se llegó corriendo ni volando, sino por pasos muy lentos y contados; y que si tomamos como referente de la realidad comprobable la literatura, no podemos sino afirmar que el amor humano se ensayó primero en el amor divino, que fue siempre por delante, y con mucha ventaja. Con razón se ha dicho a propósito de ello, y con expresa referencia a los místicos, que ya quisiera el amor humano alcanzar la sublimidad del amor divino. De Platón, que fue el catalizador de una corriente de pensamiento que venía desarrollándose desde los primeros filósofos griegos, tenemos la expresión de amor platónico, mucho más próximo al de los místicos que al amor humano. En nuestra fuente cultural hebrea, tenemos desde el primer momento el amor a Dios como mandamiento fundamental, y el amor de Dios como la más preciada recompensa. Estos preceptos tardaron mucho en tomar cuerpo, y más aún en tomar alma. El Cantar de los Cantares, evidente canto de amor humano, fue el punto de partida para darle encarnadura al amor divino. En torno a él se construyó la mística más sublime. No otra cosa es el Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, que la versión espiritual de ese cantar, en la que él no fue más que el seguidor de una larga tradición de la Iglesia. Seguidor directo de Platón fue san Agustín, precursos de nuestros grandes místicos: "Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, dice en uno de esos arranques de sus Confesiones, tarde te amé; y he aquí que tú estabas dentro de mí, en toda tu hermosura, mientras yo, fuera, me arrastraba deforme entre las cosas hermosas que creaste." Tras él vendrá nuestro gran místico a insisir en la idea de que crea todo lo que de bello hay en nosotros y fuera de nosotros: Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura." Antes, mucho antes del amor cortés se inventó el amor divino.

EL ALMANAQUE se recrea hoy en la palabra y la idea de mística.

click here!