De aquellos intrépidos y de cómo elegir un
psicoanalista
“¿Que pasara después
de que me mires como soy,
después de haber
bajado a mi interior,
después de rescatarme
del dragón que casi termino con migo?”.
ALEJANDRO FILOU.
Muchos
sujetos, antes de comenzar un análisis, se interrogaran, en relación
al psicoanalista que se eligió, algunas cuestiones que bien podrían
estar ilustradas por la cita anterior. Para dosificar la angustia de
aquellos que así se interrogan, es importante señalar, para comenzar a
despejar espacios propicios para iniciarse en un psicoanálisis, que
la clínica psicoanalítica no lo es de la mirada, ni de la observación,
sino, muy por el contrario, es la de la escucha. Esa incertidumbre
por sentirse observado como objeto de estudio, deberá dejar paso a un
nuevo sujeto de la palabra.
En un tratamiento urge ir mas allá de las apariencias,
introduciéndonos en el territorio de las palabras, de las plenas, de
esas que dicen mas de lo debido, de las extrañas, de esas cosas que
decimos y nos parten en dos al momento de ser pronunciadas. La duda
debe dejar paso a “eso” que empuja a consultar. Eso que duele en el
pecho, y en los labios que no se animan a pronunciarlo, o no pueden
porque es sin-sentido. Sin-sentido pero sentido en esa garganta que se
cierra por la angustia. Angustia que es brújula para orientarse en la
cura. Porque solo atravesándola, y no retrocediendo, es que puede
haber un tratamiento posible.
Y los intrépidos son esos que a pesar de “todo” se interrogan y
preguntan acerca de un vivir diferente al de hoy. Son los no cobardes.
Seres que deciden buscar, dejar de ocultarse, permitiendo que ese que
se ha “elegido” bucee en su interior, rescatando esa historia
enterrada. Un psicoanalista es ese no conocido, ese “ser de la nada”
que podrá tomarlo en tratamiento, intentando abrir espacios nuevos.
Es el que asumirá, bajo su responsabilidad la dirección que llevara la
cura. Elegir no es tarea fácil. Para elegir hay que escuchar en la
piel un “deja TODO y escapa ahora”. Cuestiones de piel que hoy lo
impulsaran a elegir a un psicoanalista; y como impulso es bienvenido,
mas luego algo ira cayendo irremediablemente para dar espacio a la
causa REAL de su malestar. Y esa causa es siempre oculta, es el intimo
secreto que se resiste a ser hablado, mas esta tormenta que hoy se
desato en su vida parece hacerlo emerger de las profundidades, y
quizás sienta que ahora se anima a correr un poquito el velo, pero no
todo, claro.
Un psicoanálisis apunta a rescatar a ese sujeto que alguna vez se fue,
a ese que sepulto bajo ese rasgo que hoy tanto le molesta. La tarea es
descifrar oráculos, obteniendo nuevas cifras, para que su deseo
comience a ponerse a punto, a partir del sin-sentido que lo llevo a
consultar.
¿De que se esconde?. ¿Cuál es ese dragón al que tanto teme?. Y
aquí seguramente algo podrá decir el AMOR. Hasta diría que es el
verdadero motor del análisis. Y si no ¿de qué se sufre?, si no es de
la posición que hoy ocupa respecto de ese Otro que no se cambia. La
apuesta, la elección es entre seguir montado en un globo de
apariencias o caer en lo REAL, aunque no sea sencillo, aunque haya
algo que perder. ¿Y que es lo REAL?, si no decir como aquel poeta:
“HOY ME VINO LA GANA”.
GABRIEL O. ALVAREZ
Psicólogo-psicoanalista
M.P: 20199 M.N: 27528
argentina
Si Usted desea
realizar alguna consulta o sugerencia, el espacio es
[email protected]. Desde ya muchas gracias y hasta la
próxima.