PSICOANÁLISIS  

DUELO: CUEVITA DEL DOLOR

 

Le he pedido tanto a dios
que al final oyó mi voz
Por la noche a mas tardar
yendo juntos a la par
Cartas de amor él dejó
se secan con el sol
Lejos de la gran ciudad
ella es mi felicidad

Nada como ir juntos a la par
Mil caminos desandar
El honor no lo perdí
Es el héroe que hay en mí

Nada como ir juntos a la par

Se es un hombre sin su edad
Y sus gustos en la intimidad

Cuando un corazón se entrega
Y el mañana nunca llega
¿que mas puedo hacer?

PAPPO: “Juntos a la par”. 


Cuando alguien se nos muere quedan sus cosas, encontradas en cuevitas de dolor.
Algunas aun tienen olor a su ser, su ropa, que cubrían un cuerpo a duelar.
Para un duelo no hay edad.
En un duelo volvemos a ser ese niño que jamás se perdió.
Lo que se entrega en un duelo es una parte del corazón. Se entrega el amor, un mas allá de lo que se quiere dar.
Huequitos nuevos en el alma.
El honor de un duelo.
Ese ser que se nos fue duele, hablo del sentir mas allá de la imposición violenta que ejerce cualquier creencia.
Delante de ti sus cosas guardadas en cajones. Cosas que nos hablan de sus deseos.
Todo se diluye con el tiempo, aun ese olor.
Quedaran sus deseos truncos.
Una sensación de: “no somos nada”.
Esos objetos que hacían a su felicidad, y que han quedado como presentes de una vida con pequeños gustos que ya paso. 
Y un tremendo vació que arrastra.
A un ser querido que muere se lo llora. 
Lagrimas de dolor que se vierten e intentan hacer fértil tierra que parece inhóspita.
Lagrimas que se pierden y ruedan por tus mejillas. 
Duelos y perdidas.
Duelo y honor.
Sin duelo solo queda el horror. De eso solo saben aquellos que no han podido duelar a sus muertos. Aquellos que reclaman día a día el paradero de sus seres amados desaparecidos.
Duelar al amado es como armar un collage con hojitas secadas por el sol.
Y vamos allí donde están sus fotos y armamos algo. Un collage de amores. Una corona hecha con nuestras propias manos de amor.
Intentamos armar algo. No importa que. Solo intentar armar algo ante tanta perdida.
De eso se trata, ¿que mas se puede hacer?.
Armar algo que aunque duele, duele esa falta.
Una historia hecha a partir de una falta.
Historia siempre abierta para que cada nuevo retoño se sume y reste pena.
Historia compuesta de eslabones. Como cadena. Cadena y condena: “como un mañana que nunca llega”. Para despertar en el otro día hay que dormir. Sueños, caminos a desandar.
Ir junto a la par del que se perdió: Se incorpora algo de aquel ser amado que se pierde. Identificación le llama el psicoanálisis.
Corazones entregados a un duelo, refugiados en cuevitas de dolor. Dignidad del ser humano.
Lo inesperado. Presencias - ausencias inesperadas.
Y un saludo amor colgado en la ventanilla de un coche de dolientes que pasa deprisa.
La prisa deprisa es solo por lo depresivo.
Un amor así no se olvida. Un amor que se entrega cuando mas se re-quiere.
Amores perdidos. Cuevitas en el alma.
¡Hay tantas cuevitas en el alma!. Un psicoanalísta propone que las explores, sin prisas, yendo juntos a al par. Un psicoanalísta te escuchará.
Un corazón que se entrega. Un analista que lo escucha.
Y una parca que resuena:
“ Quizás mañana mi parca se ira
detrás de aquel viento que la hizo llegar
y con ese viento también yo me iré
detrás de esa parca para siempre tal vez”.
Y se va este articulo también arrastrado por algún viento.
Y el honor al recuerdo de mi padre, que siendo padre nunca dejo de ser niño. 

 


GABRIEL O. ALVAREZ. PSICOANALISTA

Mail: [email protected]
Sitio en Internet: https://www.elalmanaque.com/psicologia/
Desde ya muchas gracias y hasta la próxima.

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