La Poes�a
FELIPE IV
Nadie m�s
cortesano ni pulido
que nuestro rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es p�lida
su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos el azul, cobarde.
Sobre su
augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez
de cetro real, sostiene
apenas con desmayo gal�n un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.
Manuel Machado (1874-1947)