ROSA1.gif (4563 bytes)    La Poes�a

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MARCHA TRIUNFAL

            �Ya viene el cortejo!
�Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines.
La espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.
          Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas,
la gloria solemne de los estandartes,
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra,
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
�Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!

            Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su c�lido coro,
que envuelve en su trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.

           �l dice la lucha, la herida venganza,
las �speras crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la que riega de heroicos carmines
la tierra;
de negros mastines
que azuza la muerte, que rige la guerra.

            Los �ureos sonidos
anuncian el advenimiento
triunfal de la Gloria;
dejando el picacho que guarda sus nidos,
tendiendo sus alas enormes al viento,
los c�ndores llegan. �Lleg� la victoria!

           Ya pasa el cortejo.
Se�ala el abuelo los h�roes al ni�o
-ved c�mo la barba del viejo
los bucles de oro circundan de armi�o-.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores,
y bajo los p�rticos vense sus rostros de rosa;
y la m�s hermosa
sonr�e al m�s fiero de los vencedores.
�Honor al que trae cautiva la extra�a bandera!
�Honor al herido y honor a los fieles
soldados que muerte encontraron por mano extranjera!
�Clarines! �Laureles!

          Las nobles espadas de tiempos gloriosos
desde sus panoplias saludan las nuevas coronas y lauros,
-las viejas espadas de los granaderos, m�s fuertes que osos,
hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros-.
Las trompas guerreras resuenan,
de voces los aires se llenan...
A aquellas antiguas espadas,
a aquellos ilustres aceros,
que encarnan las glorias pasadas...
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas,
y al h�roe que gu�a su grupo de j�venes fieros;
al que ama la insignia del suelo materno;
al que ha desafiado, ce�ido el acero y el arma en la mano,
los soles del rojo verano,
las nieves y vientos de g�lido invierno,
la noche, la escarcha,
y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal,
�saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal!...

Rub�n Dar�o (1867-1916)