ROSA1.gif (4563 bytes)    La Poes�a

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        Ya no mana la fuente, se agot� el manantial;
ya el viajero all� nunca va su sed a apagar.

       Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.

       S�lo el cauce arenoso de la seca corriente
le recuerda al sediento el horror de la muerte.

       �Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura
donde humildes violetas el espacio perfuman.

       Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresqu�sima sombra.

       El sediento viajero que el camino atraviesa,
humedece los labios en la linfa serena
del arroyo que el �rbol con sus ramas sombrea,
y dichoso se olvida de la fuente ya seca.

Rosal�a de Castro (1837-1885)