La Poes�a
Ya no mana la fuente, se agot� el manantial;
ya el viajero all� nunca va su sed a apagar.Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.S�lo el cauce arenoso de la seca corriente
le recuerda al sediento el horror de la muerte.�Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura
donde humildes violetas el espacio perfuman.Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresqu�sima sombra.El sediento viajero que el camino atraviesa,
humedece los labios en la linfa serena
del arroyo que el �rbol con sus ramas sombrea,
y dichoso se olvida de la fuente ya seca.Rosal�a de Castro (1837-1885)