La medicina llama "específico" al
medicamento capaz de curar una enfermedad determinada. Esta denominación
induce a pensar que con la aparición de los "específicos"
en la farmacia se dio un gran paso adelante en la adecuación de la
medicina a la especificidad del paciente. Pues no, no fue así, sino
que justo en el momento en que se daba al mayor paso de la historia de
la medicina en la conversión de los medicamentos de totalmente específicos
a su condición de genéricos, justo en ese momento van y les
dan a esos primeros genéricos el nombre de específicos.
Me explico: antes de este invento, el médico una vez diagnosticada la
enfermedad, confeccionaba la receta a la medida del paciente, y el
farmacéutico, antes llamado boticario, componía la medicina
macerando, pesando, mezclando, etcétera. El lugar donde hacía este
trabajo solía llamarse oficina (piénsese que de aquí
provienen oficio y oficial). Hay que reconocer que era imposible mayor
grado de especificidad: tanto médico como boticario trabajaban específicamente
no sólo para cada enfermo, sino para cada momento de su enfermedad.
Pero el mundo se movía hacia la masificación y la industrialización.
En el tiempo en que frente a la sastrería y la modistería se abría
camino el pret a porter, y frente a la artesanía la industria,
la farmacia no podía quedar al margen. Así que a efectos farmacológicos
primero y médicos luego (especialidades), decidieron agrupar los
enfermos por enfermedades, de manera que se pudiera producir para
ellos medicinas industrialmente. Fue así como se agruparon los
enfermos por especialidades, para adaptarlos a los tiempos modernos:
tenían la garantía de que en la farmacia encontrarían, y
probablemente a mucho más bajo precio, el medicamento específico para
su enfermedad (antes, al ser el específico para cada enfermo,
salía más caro).
Pero he aquí que todos los laboratorios
intentan fabricar todos los específicos, de donde resulta que siendo
específicos respecto a los preparados para otras enfermedades, son
todos ellos genéricos entre sí. La única diferencia que hay
entre ellos es la marca (y por tanto el nombre), no la enfermedad o el
síntoma a cuya curación están destinados. Obviamente el mayor
cliente de las farmacias, la Seguridad Social, les dice a éstas que
no le interesan las marcas, sino el medicamento; que por tanto comprará
preferentemente los genéricos, lo que en informática se
llaman clónicos. Es la consecuencia natural del proceso de
industrialización: en todo mercado hay quien prefiere marcas, y quien
pasa de marcas y mira a las características del producto y a su
precio. El objetivo es evidente: recortar el beneficio de fabricante y
vendedor, a favor del comprador. Poco sentido tiene que quienes
iniciaron el proceso de los genéricos (eso sí, llamándolos
específicos), pongan ahora el grito en el cielo. El proceso de generalización
(masificación) es imparable. Las mismas palabras lo dicen bien claro:
en la familia léxica de genérico tenemos general, generalizar
y género, que es la clase más amplia de agrupación. Enfrente,
haciendo de frontera, está lo específico, en cuya familia están
lo especial, la especialidad, el especialista, el especificar y la
especie, que es respecto al género cada uno de los grupos que hay por
debajo de él. Si dentro de estos grupos hay otros subgrupos, estos
pasan a ser especies respecto al que los contiene, que respecto a él
es el género. Lo dice Aristóteles, que es el inventor de esta
denominación.