DOCILIDAD

Docibílitas ( con la misma desinencia que amabílitas) sería la palabra latina completa de la que procede docilidad. Del verbo doceo, docere, docui, doctum, que significa enseñar. Dócil es en rigor "el que se deja enseñar", pero significa "el que se deja mandar", "el que obedece". Pero es evidente que la capacidad de obediencia depende decisivamente de la capacidad de dejarse enseñar. Cuanto más dispuesto esté alguien a dejarse adoctrinar por quien tiene el poder sobre él, más garantías tiene de ser dócil. Quiere esto decir que la clave de la dominación está en la enseñanza.

Primer corolario: hay que entrar a saco en la enseñanza y convertirla en el campo de cultivo de la docilidad de la población; hay que establecer como materia prima de la enseñanza, todos aquellos contenidos que llevan a garantizar y consolidar la docilidad. Por consiguiente, lo primerísimo que necesita un nuevo príncipe en cuanto entra en posesión de su principado, antes incluso que un parlamento y una capacidad administrativa, es una Reforma radical de la enseñanza. Sin ello, no se puede llegar nunca a un control absoluto del poder. La urgencia y la dirección de esa reforma es obvia: he ahí por qué las administraciones nacionalistas fueron las adelantadas de la Reforma. Y en cuanto a los contenidos, es también evidente que habían de chocar en el campo de las humanidades y el de la lengua en la cuestión de la pluralidad. Inadmisible para los nacionalistas, puesto que subvierte su orden y sus cimientos. Si el objetivo final de la docencia es la docilidad, es evidente que no se debe confundir al alumno con diversas opciones. Hay que empujarlo al camino recto, sin darle oportunidad de elegir, porque su inmadurez le haría torcerse. Tan enterado estaba de esto Franco como Arzallus y Pujol.

La reforma más trascendental que se ha producido en la transición política del régimen totalitario de Franco al régimen constitucional (es decir democrático), ha sido la de la enseñanza. Y son las escuelas el banco de prueba en que se está ensayando el tipo de dominación que se ejercerá en todos los ámbitos del poder tanto político como fáctico. Si no aprovechan la escuela para poner en rodaje la nueva obediencia política no sólo de los alumnos, sino también de los profesores; si no se garantizan en la escuela la docilidad y la adhesión inquebrantable de los más y por lo menos el silencio de los descontentos, no les queda más remedio que renunciar a la reconstrucción nacional tal como la tienen soñada.

Pero lamentablemente todas las medallas tienen dos caras. Y esta medalla milagrosa de la educación en la más estricta unidad de credo y en la docilidad más adicta, tiene como contrapartida una total indefensión intelectual, parecida a la que produjo el movimiento nacionalista de Franco, que a los que pilló en su más tierna infancia con los contenidos y los profesores supercontrolados, los dejó tarados por tiempo tanto política como religiosamente. Los dejó indefensos ya desde la infancia, sin más referente que el del Glorioso Movimiento Nacional.

Mariano Arnal

Copyrigth EL ALMANAQUE  todos los derechos reservados.