ANTROPOFAGIA
La antropología, desde sus inicios, se miró la antropofagia como una ab-erración,
como un error grave de algunos pueblos primitivos que se desviaban del glorioso camino
ascendente de la humanidad, cuando lo más razonable es pensar que fue su mismísimo
fundamento, de manera que si no hubiese existido la antropofagia, tampoco hubiera existido
el hombre. Sin atribuir carácter de infalibilidad a los ritos cristianos, que no hay por
qué, sin la antropofagia como característica común y fundamental de la humanidad, se
nos vacía de contenido el gran rito cristiano: el sacrificio de la Misa, sacrificio de
Comunión. Y no es baladí el argumento, si tenemos en cuenta que en el cristianismo, como
en todas las religiones, se han ido acumulando ritos de una antigüedad de muchos
milenios, convenientemente transformados, y que es imposible que el rito más importante
de una religión tan sincrética surgiese totalmente ex novo. El caso es que
llevamos dos mil años empeñados en curarnos del canibalismo mediante un procedimiento
homeopático (similia simílibus curantur), muy propio de los ritos. Esto implica,
por supuesto, que desde el punto de vista del cristianismo, la más grave enfermedad de la
que tiene que curarse (=guardarse) el hombre, es el canibalismo.
Antropofagia procede de anqrwpoV (ánzropos) =hombre y la raíz jag (fag-) del aoristo del verbo esqiw (eszío) =comer. La palabra no la hemos tenido que formar nosotros.
Existía ya en griego. Plutarco, Aristóteles, Herodoto y otros usaban ya las palabras anqrwpojagew (anzropofaguéo)=comer carne
humana, anqrwpofagia (anzropofaguía) =antropofagia
y anqrwpojagoV (anzropofágos)
=comedor de carne humana, antropófago. Por supuesto que la antropofagia está en los
mismísimos cimientos de muchas mitologías, justamente en la fundación del mundo. Cronos
se come a sus hijos (ojo al dato, no a sus enemigos vencidos, sino a sus hijos). Lo mismo
hace Saturno (que suponen los romanos que es su primer dios-rey), otro tanto hace
Moloc-Baal y todos los dioses del oriente medio, de los que debían apartarse los
israelitas para no dejarse arrastrar por ese culto antropofágico. Si hiciésemos una
síntesis bien estructurada de todas las prácticas antropofágicas de la humanidad, tanto
las recogidas en mitos y ritos como las obtenidas en vivo de los pueblos primitivos que se
han podido estudiar, y las utilizásemos como piezas no desechadas a priori en la
reconstrucción de las grandes etapas del hombre, llegaríamos a la conclusión de que la
antropofagia marcó un antes y un después no en algunos pueblos aislados, sino en toda la
humanidad.
Y si analizásemos en clave antropofágica el rito de la Misa y de la Comunión con las
doctrinas y prácticas que forman su constelación, ganaríamos unas cuantas cosas: en
primer lugar insertaríamos la religión en la antropología, que es donde mejor se
entiende desde la racionalidad; que también es bueno que la religión se pueda entender y
respetar desde fuera de su ensimismamiento. En segundo lugar convertiríamos en patrimonio
común de la humanidad mitos ritos y doctrinas que se consideran coto exclusivo de la
religión. La misma Comunión, sin ir más lejos.
Mariano Arnal
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