MANICOMIO

Nosocomio (nosokomion) llamaban los griegos a los hospitales en general. NosoV (nósos) es enfermedad y komaw (komáo) cuidar, atender. Un nosocomio era, pues, el lugar donde cuidaban a los enfermos. La palabra manicomio la hemos obtenido por analogía con nosocomio, sustituyendo el primer elemento por el término mania (manía), que significa locura.

Hay que empezar diciendo que los griegos tenían un alto concepto de la locura. La consideraban la mejor vía de comunicación del hombre con los dioses qeia mania (zéia manía), la llamaban. "Divina locura", y consideraban que era un don de los dioses. Es preciso recordar a estos efectos que las religiones cuanto más antiguas son, menos tienen de dogmático y más de vivencial. Por eso en los ritos antiguos, de los que muchos todavía perviven en África y en Brasil especialmente, los fieles se prestan a ser poseídos por espíritus ajenos al propio. A esos efectos buscan entrar en trance mediante sahumerios, fumatas, licores sagrados, cantinelas, gestos y danzas, hasta alcanzar la total enajenación; a partir de ahí no son ellos los que danzan o hablan, sino que es el dios quien danza y habla a través de ellos. Inmersos en esta cultura religiosa, en que el estar fuera de sí era una condición indispensable para entrar en el mundo de los espíritus y de los dioses, se entiende que los griegos considerasen divina la enajenación mental, tuvieran por tanto un gran respeto por ella y la llamasen divina locura.

Es el racionalismo a ultranza el que ha desacreditado la locura. Las cortes de la Edad Media y del Renacimiento tenían a los bufones como contrapeso a la cordura y como látigo de la vanidad. Recordemos al gran Erasmo, cuya obra más leída fue justamente el "Elogio de la locura" (Su título griego MwriaV egkwmion / morías encómion, y su subtítulo latino, Stultitiae laus = alabanza de la tontez). Es el elogio del instinto frente a la razón.

Durante siglos anduvieron los locos sueltos por la calle, y siguiendo la tendencia de los griegos, eran respetados y cuidados. Eran como algo sagrado que no se debía profanar. Pero en cuanto las religiones se hicieron dogmáticas, los locos perdieron su don divino. Se quedaron en sólo locos, que servían de diversión a los chiquillos y también a los mayores. Se convirtieron en una lacra y en un espectáculo muy poco edificante. Había llegado la hora de encerrarlos. Se fundaron para ellos los manicomios, el primer hospital especializado, que a imagen y semejanza de todos los hospitales era un lugar para hospedar a los que no tenían dónde ir, en el que además de hospedaje se les daba asistencia médica. Precisamente en el caso de los locos, este aspecto tardó muchísimos años en existir. Los manicomios fueron durante siglos (incluido el nuestro) un lugar de encierro de los locos para quitarlos del medio, con características más similares a la cárcel o al hospicio que al hospital. Esa fue la razón decisiva por la que se les cambió el nombre, pasando a llamarse hospitales psiquiátricos (ver web).

Mariano Arnal

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