LA MUERTE DEL DRACMA Y EL NACIMIENTO DEL EURO
 
    El martes uno de enero de 2002, el "día D", morirá la moneda más antigua del mundo, el dracma griego, para dar paso al Euro, que se convertirá en el factor monetario de doce países europeos para  empezar la gran revolución en el Viejo Continente, que se verá inundado con una emisión valorada en 664.000 millones de la nueva denominación.
    Como toda ley de vida, las monedas mayores, un tanto envejecidas, dejarán paso  a una juventud que bajo la denominación de Euro llegará con mucha vitalidad e irrumpirá en los mercados mundiales con aires frescos para que  más de 300 millones de ciudadanos europeos tengan en ellos la nueva forma de comercialización  y de desarrollar un común sistema monetario.
    El dracma griego surgió en Asia menor en el Siglo VII antes de Cristo y fue el heredero lejano de las pequeñas bolas de electro -una aleación natural de oro y plata-, emitidas en Lidia (Turquía) hacia los años 600-650 antes de nuestra era.
    Un siglo después el dracma apareció en las islas griegas que bordeaban el Asia menor y en la Grecia continental, por lo que de todas las doce monedas que se van a jubilar, es la más añeja y la que, seguramente, despertará mayores nostalgias.
    Francos belgas (Belgica), Dracma (Grecia), Franco Francés (Francia), Liras (Italia), Florines (Países Bajos), Escudos (Portugal), Marcos alemanes (Alemania), Pesetas (España), Libras irlandesas (Irlanda,) Francos luxemburgueses (Luxemburgo), Chelines (Austria) y Marcos finlandeses (Finlandia), tendrán una efímera vida de jubilados, pues se ha fijado un periodo de entre cuatro semanas y seis meses -el uno de julio de 2002- para su defunción. Cuando esto ocurra, ya quizás, por el trajín y el desenvolvimiento de la nueva moneda, quedarán olvidadas por la mayoría, pasando a ser historia, aunque habrá muchos que las añorarán.
    El uno de enero de 1999 el euro se convirtió en la moneda nacional de once países de la Unión Europea (UE) y dos años más tarde, el uno de enero de 2001 Grecia entró en el "club monetario" de los países más desarrollados del  continente para así hacer patente la nueva realidad económica que prevé, además, un mayor crecimiento económico en la UE que en Estados Unidos.
    La UE fijó para España un cambio de 166,386 pesetas por Euro, y ya todas las entidades bancarias y comerciales "están listas" para el pistoletazo de salida de la nueva moneda. La transformación ha originado un elevado coste que millones de españoles piensan puede recaer sobre sus propias economías. Temen, igualmente, que el denominado "redondeo" va a perjudicarles, en vez de beneficiarles, cuando tengan que efectuar sus compras.
    Precisamente, ante ese temor, es necesario tomar algunas precauciones pero, sobre todo, conocer la forma más fácil de hacer la conversión hasta en céntimos.

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